Misal Diario  ⛪  Oraciones, Reflexiones, Meditaciones
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June 17, 2025 at 09:41 PM
Vísperas V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. HIMNO Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga (la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste; pero a veces encuentro que la jornada es larga, que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste, que el agua del camino es amarga..., es amarga, que se enfría este ardiente corazón que me diste; y una sombría y honda desolación me embarga, y siento el alma triste hasta la muerte triste... El espíritu débil y la carne cobarde, lo mismo que el cansado labriego, por la tarde, de la dura fatiga quisiera reposar... Mas entonces me miras..., y se llena de estrellas, Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas, con la cruz que llevaste, me es dulce caminar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén. SALMODIA Ant. 1. El Señor rodea a su pueblo. Salmo 124 EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO La paz de Dios sobre Israel (Ga 6, 16). Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre. No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor rodea a su pueblo. Ant. 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Salmo 130 ABANDONO CONFIADO EN LOS BRAZOS DE DIOS Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10. 12 HIMNO A DIOS CREADOR Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra. Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios. LECTURA BREVE Rm 12, 9-12 Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. RESPONSORIO BREVE V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. V. Tu fidelidad de generación en generación. R. Más estable que el cielo. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. MAGNIFICAT Lc 1, 46-55 ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. PRECES Invoquemos a Dios, que ha infundido la esperanza en nuestros corazones, y digámosle: Tú eres la esperanza de tu pueblo, Señor. Te damos gracias, Señor, porque, en Cristo, tu Hijo, hemos sido enriquecidos en todo: — en el hablar y en el saber. En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan; — dales, pues, acierto en sus decisiones, para que te sean gratos en su pensar y obrar. Tú que concedes a los artistas inspiración para plasmar la belleza que de ti procede, — haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres. Tú que no permites que la prueba supere nuestras fuerzas, — da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos. Tú que, por boca de tu Hijo, nos has prometido la resurrección en el último día, — no te olvides para siempre de los que ya han sido despojados de su cuerpo mortal. Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. ORACIÓN Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.

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