📬 💌 EL PADRE NUESTRO ES MÁS QUE UNA ORACIÓN: ES UNA ESCUELA DE VIDA. Cada palabra que pronunciamos tiene un peso inmenso, una profundidad que muchas veces no alcanzamos a ver cuando la repetimos de memoria. Decimos "Padre nuestro" y eso implica reconocer que no estamos solos, que tenemos un Padre amoroso... pero también implica aceptar que todos los demás son nuestros hermanos, incluso aquellos que nos cuesta amar o perdonar. Pedimos: "hágase tu voluntad", pero cuando la vida no responde a nuestras expectativas, nos quejamos o dudamos. Esa frase nos reta a confiar, incluso en medio del dolor, del silencio o de la incertidumbre. Le pedimos que nos dé "el pan de cada día", pero muchas veces vivimos en la ansiedad del futuro, olvidando que Dios provee, que Dios cuida. Y quizás la parte más desafiante es cuando decimos: "perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos..." ¿De verdad estamos perdonando? ¿No será que seguimos orando algo que aún no estamos dispuestos a vivir? A veces repetimos esta oración sin darnos cuenta de que estamos pidiendo a Dios que sea con nosotros tan misericordioso como lo somos con los demás… y eso debería estremecernos. Rezar el Padre Nuestro cada día no es un acto mecánico: es un acto de valentía. Es decidir vivir como verdaderos hijos, y como verdaderos hermanos. Es una invitación a alinearnos con el corazón de Dios, a confiar, a perdonar, a compartir, a soltar el ego. Que cada vez que lo recemos, lo hagamos con la conciencia de que estamos pronunciando palabras que transforman si se oran con el corazón. No basta decirlo, hay que encarnarlo. 💝