Verdades de a poquitos para reflexionar: Entrega 1: El pueblo persa no apoya al régimen islamista de Irán, al contrario, son sus víctimas. A partir de ahí, cuidado con las palabras, que ya sabemos que engañan. No digamos “los iraníes” cuando queremos decir “el gobierno terrorista de Irán”. La gente no es el gobierno, en España lo podemos entender bastante bien. Yo, por ejemplo, soy católico pero no era de Bergoglio, y soy español pero no soy sanchista. No me gustaría que un alemán o un australiano dijera que lo que hacen el uno o el otro es mi opción. No me gustaría tampoco que otros dijeran “los católicos son unos…” por lo que diga Bergoglio; ni tampoco “los españoles son todos…” por lo que diga Pedrisco. Pues bien, seamos cautos a la hora de generalizar y hablar de cosas complejas mezclando conceptos como, por ejemplo, pueblo israelí, gobierno de Netanyahu, pueblo judío, sionismo, musulmanes, extremistas islámicos, terroristas y gente en general. Si no precisamos al hablar, ofendemos siempre a los buenos y colaboramos en el caos que buscan los malos. ¿Buenos y malos? Rotundamente SÍ. Lo que ocurre en el mundo es una lucha entre el bien y el mal del diablo, cuyo único poder es tentarnos, entre otras cosas, a opinarnos encima sin habernos documentado antes. La opinión precoz es peligrosa, porque desactiva nuestro gran poder, que es el esfuerzo por cuidar que la opinión pública sea certera, desactiva la manipulación de la misma que los medios de propaganda sincronizada tanto se esfuerzan por ejercer. El cuñadismo de café es infotóxico, y si alguien está capacitado para desactivarlo, somos los NEGAS, que hemos hecho un grado y un doctorado cum laude en ver venir las mentiras del sistema. Ale, al café, a por los cuñaos de hoy; suerte ahí fuera y recuerde “NO ME DA LA GANA” … de que me manipulen. No seamos otra vez ganado “vacuno”. Un aullido.