Tal día como hoy de 1899 concluía el Sitio de Baler, uno de los episodios más sobrecogedores de la historia militar española. Durante 337 días, un puñado de soldados resistió en la iglesia de Baler, en las selvas de Filipinas, asediados por fuerzas muy superiores en número. Sin apenas víveres, enfermos y aislados del mundo, se mantuvieron firmes en su juramento a la bandera, ignorando que España ya había firmado la paz y cedido el archipiélago. Su resistencia no fue inútil: fue un testimonio eterno de lealtad, honor y tenacidad. Aquel puñado de hombres pasó a la historia como los últimos de Filipinas, símbolo de un imperio que se desvanecía, pero que aún sabía morir con dignidad.