Antes de su conquista definitiva por Jaime I el Conquistador en 1238, la ciudad de Valencia vivió un breve pero intenso periodo como capital de un principado cristiano. Entre los años 1094 y 1102, fue gobernada por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, quien logró conquistarla tras una dura campaña militar. Durante su gobierno, instauró una administración cristiana en una ciudad de mayoría musulmana, estableciendo un dominio personal que combinaba autoridad militar y señorío feudal. A su muerte en 1099, su esposa, doña Jimena Díaz, asumió el gobierno, pero no pudo sostenerlo mucho tiempo. Sin recursos suficientes ni apoyo militar, y ante la presión de los almorávides, se vio obligada en 1102 a abandonar la ciudad, que volvió a manos musulmanas. Aquel efímero reino cristiano dejó una profunda huella en la memoria medieval española.