A veces caminamos por valles oscuros, donde no entendemos el “por qué” del dolor, las pérdidas o los silencios de Dios. Nos preguntamos si Él está ahí, si aún escucha, si aún le importa. Pero esta canción nos recuerda una poderosa verdad: aunque hoy no veamos el propósito, Dios nunca pierde el control. “Y al final, todo obra para bien”, no es solo una frase bonita, es una promesa bíblica (Romanos 8:28). Dios toma las piezas rotas, las lágrimas escondidas, los caminos que no entendimos… y los transforma en algo glorioso. Nada en su plan es desperdiciado. Así que si hoy estás en medio de un proceso doloroso, no pierdas la fe. Aunque el panorama no tenga sentido ahora, confía: Dios está obrando. Y cuando todo pase, mirarás atrás y dirás como la canción… “Y al final, todo obró para bien.”