"La gente nos pide que vayamos juntos..." ¿La gente? ¿Quiénes, exactamente? ¿Los que no nos votaron? ¿Los que hacen retuits del Milei show y aplauden cada puteada como si gobernar fuera un meme de pensamiento mágico? ¿O los que sí nos votaron esperando, ingenuamente, que no entreguemos la dignidad por una banca? Porque si vamos a hacerle caso a "la gente", definamos quién carajo es "la gente". Porque yo conozco a muchos, muchísimos, que votaron PRO con la esperanza de que no se arrastren ante el nuevo patrón de turno, que no se disfracen de violeta para ver si así les tiran un hueso desde Casa Rosada. ¿De verdad piensan sumarse al Gobierno sin siquiera simular un debate interno? ¿Convocaron a la Convención? ¿Le preguntaron a los afiliados? ¿O ya arreglaron por WhatsApp cuántos carguitos les tocan si se bajan los pantalones sin hacer preguntas? Vamos, muchachos. No subestimen tanto al votante. Que uno puede estar confundido, pero no es boludo. Esto no es una alianza. Es una rendición. Y encima, sin gloria. Porque no es que Milei los invita a negociar de igual a igual. No. Él quiere subordinados, no socios. Los quiere de rodillas, pintados de violeta, con la boca cerrada y la sonrisa puesta. Y algunos ya se están peleando por ver quién se deja humillar primero. Y no me vengan con la épica de "hay que ganarle al kirchnerismo". ¿Desde cuándo se entrega la independencia para ganarle a un adversario en una elección intermedia? No se elige presidente. Se eligen bancas. Representación. Identidad. ¿O ahora el plan es entregarse al oficialismo para ganarle a la oposición? Milei no es el outsider. Es el que está en el poder. Es el que firma decretos, maneja la caja y va por la Justicia. Y ustedes, abrazándolo, parecen más colaboracionistas del régimen que defensores de la república. Lo sé. No lo dicen, pero lo piensan: “Si no nos subimos al tren violeta, desaparecemos.” Bueno, a veces es preferible desaparecer con la frente alta que sobrevivir como felpudo. Quizá haya que quedarse afuera del tren y bancarse el frío. Volver a empezar. Volver a construir desde el barro, con los que todavía creen en algo más que la moda del momento. Recuperar la voz. El eje. Los principios. Y dejar que el voto vuelva a encontrar coherencia. Porque los que votaron PRO –ese 16% que aguantó en la Ciudad cuando parecía que todo era Milei o peronismo– no lo hicieron para ver cómo se diluyen. Lo hicieron para que resistan. Para que planten bandera. Para que no se vendan. Así que no me hablen de “unidad” si lo que están buscando es licuarse. No me hablen de “la gente” si nunca les preguntaron nada. Y no me vengan con que “el país lo necesita”, cuando lo único que necesitan es renovar el contrato en el Congreso. Yo, por lo menos, no me voy a pintar de violeta. Y si hay que dar pelea desde el rincón incómodo, bienvenido sea. Esto fue SAP: Sin Aplausos, pero con el cuchillo entre los dientes. https://x.com/RicBenedetti/status/1925558683225731450?t=Px5bd0uq5K14s2jg0Q1hUg&s=19