16 de junio “Hay frutos que necesitan  todo el verano para madurar, y eso también está bien.”  Lo que esta frase me enseña: No todo crece al mismo ritmo. Hay frutos que se apresuran y otros que necesitan el calor lento, la espera larga, la lluvia justa. Yo también tengo procesos que toman tiempo, partes de mí que requieren todo un verano interior para transformarse sin prisa, sin culpa. No estoy retrasada. No estoy fallando. Estoy madurando al ritmo que mi alma necesita. Y ese ritmo, aunque más lento que el del mundo, es perfectamente válido. Puntos clave para integrar : Aceptar mis ritmos personales. No tengo que alcanzar a nadie. Mi tiempo es sagrado. Desmontar la urgencia del resultado. El fruto más dulce es el que ha sido respetado en su proceso. Reconciliarme con la espera. Esperar también es hacer, también es nutrir. Confiar en lo invisible que está madurando. Aunque no lo vea aún, mi fruto se está formando. Pautas prácticas para el día: Diario: ¿Qué parte de mí necesita más tiempo del que yo quiero darle? ¿Puedo permitírselo? Acto simbólico: Elige una fruta de temporada. Mírala, huélela, cómela lentamente. Agradece todo el tiempo que tomó llegar a ti. Recuérdate: yo también estoy madurando así. Gesto de compasión interna: Habla hoy contigo como hablarías con un fruto verde que aún no ha llegado a su punto. Con paciencia. Con cariño. Con fe. Afirmación del día: “Mi proceso es perfecto, incluso si necesita todo el verano.” —------------------------ 📝Rocío Castillo Castillo.  Autora, coach y exploradora del alma humana. Guiando el viaje hacia una vida plena y en calma.