RB | *25 mayo 2025* | Desarmar _*“La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden”. (Jn 14, 27)*_ En una sociedad tan violenta y violentada, es imprescindible mantener el llamado a la paz en Gaza, Ucrania, Myanmar, Sudán, Ecuador, Amazonía… y en ambientes conyugales, políticos, comerciales, religiosos, sociales, ecológicos y virtuales... Necesitamos dar el primer paso para la paz, que es la ausencia de conflicto. No es suficiente, pero sí es imprescindible “desarmar el corazón” de la neurosis personal y colectiva por dominar a todos o defenderse de algunos, utilizando la fuerza de las armas, de los troles, del dinero, de los insultos o de las acusaciones que enlodan las conciencias y empantanan las relaciones. Como no es tan sencillo eliminar los conflictos o parar las guerras, al menos debería ser “posible” parar la carrera armamentista, detener el odio que alimenta la muerte y la destrucción, acabar con tantísimas manifestaciones de injusticia, así como de maltrato sistémico y sistemático. Debería ser posible silenciar palabras agresivas, cancelar resentimientos atávicos, reconciliar a quienes están perdiendo los ojos y las manos por tanta venganza, sentar en la mesa de la paz a quienes pisotean el dolor de los demás… debería ser posible… En el mundo actual, parece que el ser humano destruye para defenderse, mata para vivir, maltrata para mantener su propio bienestar, y no se ruboriza cuando usa a Dios para engordar su egolatría. En nuestro mundo cercano, virtual, mundial o eclesial nadie estamos exentos de contaminarnos de injusticia y violencia… Pero… “no debería ser así entre nosotros”, los que seguimos a Jesús, recibimos su paz, somos peregrinos de la esperanza y misioneros de la fraternidad. No deberíamos contaminarnos con palabras, gestos, actitudes y decisiones que enturbien el Evangelio, encarcelen el amor o quiebren la paz. Por eso, pidamos al Señor y unámonos unos/as a otros/as para que nadie nos robe la paz, nunca perdamos la alegría, el temor no venza al amor, no se acobarde nuestra esperanza y la fraternidad sea nuestro estilo de vida.