RB |  *1 junio 2025* | Testigos *_“Ustedes son testigos de todo esto. Ahora yo voy a enviar sobre ustedes lo que mi Padre prometió” (Lc 24,48-49)_* Ante un acontecimiento, una persona o un valor, podemos ser “testigos, espectadores o ciegos”… según el grado de implicación. Porque el “miedo” a las consecuencias nos hace negadores -como Pedro- o traidores -como Judas-, perdiendo nuestra condición de personas fieles y honestas con la verdad. Y la “comodidad” de nuestro status nos lleva a mirar el dolor, la muerte, la injusticia o la traición con la normalización del espectador televisivo o del consumidor compulsivo de contenidos virtuales. El “testigo” que se ha dejado afectar por algo o alguien, se convierte en persona nueva, porque su corazón de piedra se transforma en corazón de humanidad, con el amor del Padre que entrega -por amor- a su Hijo y actúa con el amor del Espíritu, entre quienes han encontrado una nueva razón para vivir y para entregar su vida. De hecho, hoy necesitamos más testigos que textos, más compromisos que promesas, más esperanza que esperas, más profetas que presbíteros, más perdonadores que piadosos, más práctica que prédicas, más diálogo que diplomacia, más misioneros que ministros… con el dinamismo del Espíritu y con el estilo de Jesús. Estamos necesitados de personas creativas y de propuestas entusiasmantes que nos hagan sonreír ante el pasado y motiven la transformación del futuro. Es la “misión” que ningún bautizado podría eludir y que todos/as deberemos perseguir: “ser peregrinos de la esperanza con un estilo de vida que dé sentido a la vida con el dinamismo del Espíritu” de Jesús, Pablo, Alejandro, Inés, Francisco, León… y tantísimas mujeres y hombres que viven y contagian espiritualidad samaritana y ecosinodal. Es cierto… hoy necesitamos más espiritualidad que estrategias, y menos discursos que abrazos, como los que da el Padre al Hijo y los que el Hijo nos da hasta que transpire -en todo nuestro quehacer- su espíritu.