RB | *15 junio 2025* | Verdad “ *_Y cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad” (Jn 16,13)_* Algunas veces nos quejamos -y en muchas ocasiones, disfrutamos- de innumerables estímulos que bombardean nuestras emociones y estimulan nuestras acciones. Pero -de entre todo ello- hemos de ser muy conscientes que suele haber algo especial que nuclea nuestra mente y nuestro corazón, ya sea un valor, una persona, una pulsión, una emoción, un trauma o un sueño. Y en nuestro caso ¿qué es lo que nos mueve o paraliza constantemente? Estamos invadidos por noticias de muerte, de miseria o de maldad… que silencian hechos y personas generosas, solidarias, no-violentas o fraternas. El capricho se puede confundir con libertad, el antojo personal se convierte en derecho, el placer parece sinónimo de felicidad y el sexo ha encarcelado al amor. O sea, estamos creando un estilo de vida lleno de trastornos “normalizados”, que encienden el presente y queman totalmente nuestro futuro. Entre los efectos de esta realidad está la incertidumbre mirando al futuro, el miedo recordando el pasado, la frustración por un presente no deseado… y la sensación de desconcierto que provoca obsesión por la “seguridad”. A veces nos anclamos en una persona, unas telas, una estructura o unos principios… con la rigidez del perfeccionista, con el ovejismo del acrítico, con la megalomanía del tonto y con el cangrejismo del que añora estructuras anquilosadas usando tecnologías avanzadas. Aunque siempre podemos y debemos dar y sostener nuestra opinión, no podemos dejar de buscar la “verdad” que nos hace libres y más humanos. La verdad no se defiende, se busca y se discierne; no se apropia, sino que se disfruta cuando es compartida; no es causa de conflicto, sino don del Espíritu… Frente a la oscuridad de nuestros miedos, se nos presenta la luz de la verdad que ilumina el camino y muestra el destino. ¿Buscamos la “verdad” en comunidad o solo defendemos nuestra “opinión” personal? ¿Nos mueve el Espíritu de la “Verdad” o solo la obsesión por nuestra propia “seguridad”?