Llevo años queriendo dejar de depilarme. Pero años, ¿eh? Cada junio empiezo con la fuerza de una activista en huelga de cera y acabo con las ingles más suaves que los mofletes de un bebé, porque me puede la presión, el calor y las típicas inseguridades instaladas desde que tenía 12 años y me dijeron que “qué asco las niñas con pelos en las piernas”. Pero este verano ha sido diferente. He ido a la playa sin depilarme. A la piscina también. He hecho la croqueta en la arena, me he dado un chapuzón, me he tumbado panza arriba… ¡y no se ha caído el mundo! Voy a hacer una confesión: soy peluda. O era. De adolescente me salía pelo hasta en el alma. Ahora, tras años de depilación compulsiva, soy una versión más comedida de mi yo felpuda. Pero vamos, que sigo siendo bastante peluda y además con vello oscuro. El caso es que estaba hablando con varios chicos en una app, ya sabéis, tonteo de verano. Y con uno cogí suficiente confianza como para soltarle entre risas: —Oye, que no me estoy depilando. Lo digo por si nos vemos, que no haya sorpresas y salgas corriendo. Y él: —¡Genial! A mí me encanta lo natural, cero problema. Spoiler: sí que había problema. Quedamos. Cena en un chino, paseo, helado, buena conversación. Muy buen rollo. Acabamos en su casa. Pasión. Mucho toqueteo. Le bajo los pantalones. Sorpresa: él también llevaba un arbusto considerable. Pero luego… me bajó a mí los pantalones. Se quedó mirando. Hubo un silencio. El morro se le torció como si acabara de oler leche caducada. Intentó disimular y empezó a dar lametones con más desgana que niño comiendo acelgas. Le pregunté: —¿Pasa algo? Y ahí ya se vino abajo. Que si “me dijiste que no te depilabas, pero no imaginaba que fuera tanto”, que si “nunca había estado con una chica con tanto pelo”, que si “da impresión”. Vamos, que en su mente “natural” era como mucho un triángulo recortadito rollo porno de los 90. Nos vestimos. Adiós pasión. Pero el tipo en su favor, me invitó a tomar la última copa en su terraza y acabamos teniendo una conversación muy interesante. Reflexionamos. Sobre cómo los hombres hetero de unos 40 años creen que les gusta lo natural, pero solo porque no tienen ni puta idea de lo que es lo natural. Porque lo natural, amigas, no es un coño “con un poco de pelito arriba” ni unas piernas “sin afeitarse dos días”. Lo natural es lo que tenemos si no tocamos nada. Lo demás, es estética, mantenimiento y presión social disfrazada de elección personal. Y él, al menos, lo reconoció. Me dijo que tenía razón. Que todas las chicas con las que había estado estaban depiladas o recortadas y que nunca había visto unos labios con vello. No hemos vuelto a quedar. Pero seguimos hablando. Y oye, si consigo que el próximo chocho peludo que vea no le dé impresión, ya me doy por satisfecha. Peluda McQueen Envía tus movidas a [email protected]