EvDH:”Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo: "Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” Es un regalo total el saber que Jesús, en ese momento de angustia, de tristeza de muerte, en medio de su intensa oración, se acordó de nosotros, pidió por nosotros, por los que hemos creído en Él, gracias a la evangelización de hombres y mujeres fieles al Evangelio. El que seamos UNO como Él y el Padre lo son, no es opcional, es parte de nuestro llamado y conversión. Se pide UNIDAD, no uniformidad, podemos y debemos pensar diferente, ver las cosas con diferentes puntos de vista, escuchar respetando, y respetar para escuchar. En el proceso de muchos, después de lo que es su encuentro con El Señor, aparece un virus que contagia la división, no querer escuchar ni ver, y creer que solo nuestro grupo y nuestra forma de llevar la fe es la mejor. Y con eso, y por eso, la conversión se diluye, queda en membresía pero no en hermandad, y de paso los que podrían haber creído por nuestro testimonio de Unidad se quedan con un buen pretexto para no acercarse a nada que tenga color o sabor a fe. Hoy pedimos al Espíritu Santo que nos haga agentes de unidad, que descubramos y nos alegremos con la diversidad que Dios ha creado para enriquecer a Su Pueblo y a Su Iglesia. Sabiendo que la verdadera oración involucra, hoy pedimos que seamos UNO.