*CORAZÓN, CEREBRO Y ALMA ANTE LA DESPEDIDA.* Tu último “adiós” no me destrozó el corazón, no, esa parte de mí te la llevaste, te lo concedí el primer día que nuestra historia comenzó y aunque tuviera fin contigo se quedaría hasta parar de latir. Aún así tu despedida no pasó desapercibida, mi mente fue la primera en reaccionar, mi cerebro comenzó a maquinar mucho más rápido de lo que podía procesar, como si se tratara de un mar en el cual me era imposible nadar me amenazaba con arrastrar a la profundidad con el objetivo de ahogarme en un lugar donde nada ni nadie me podría salvar, solo me tenía a mi, vaya desgracia no poder contar conmigo para encontrar una salida, he de decir que no tenía otra alternativa, solo podía ceder por esta noche, no tenía la energía suficiente para poder escapar de lo que ya tenía enfrente, de hecho no cuento con la energía adecuada en ninguna noche, simplemente no puedo... Lentamente la amenaza se convierte en advertencia y la advertencia en un hecho, en contra de mi voluntad, pero sin poder hacer nada me dejo llevar, marea dentro fui a parar, noche tras noche en un mar de dudas me comienzo a ahogar, cada noche vivo desorientado, ya no sé que más puede pasar, necesito un respiro, respiro que al parecer no se me podía dar, durante las noches son varias las horas que convivo con ese pesar, pensando en lo que pudo ser y en lo que nunca será, me había cansado de esa necesidad absurda de huir del recuerdo de que un día estuve junto a ti, tal vez fui yo quien se negó a avanzar y cedió a recordar todos esos momentos que ahora lo vemos como algo fugaz, fui yo quien dejo que todo tomara un camino distinto, uno que dolería, pero con el cual viviría si allí se encontraba tu brillante sonrisa en una vida en la que pudieras ser feliz sin tener que cargar con un desastre detras de ti, pero entre más lo pienso me encuentro con un nuevo comienzo, un conflicto interno entre este pensamiento y uno del que no tuve conocimiento, te rogué, discretamente te había rogado, sin pensarlo sutilmente te rogaba para que permanecieras a mi lado, todos esos “te amo” dichos en aquel momento fueron parte de mi desesperación por tenerte nuevamente a mi lado, no me arrepiento de mis palabras, no me arrepiento de todo lo que dije, no me arrepiento de todas aquellas silenciosas súplicas, no me arrepiento de adsolutamente nada, es más, tenía razón en todo lo que alguna vez te dije, no soy capaz de amar a nadie más, mi mente se niega a pensar en que habrá alguien más, firmemente la pienso acompañar pues como no tu no habrá nadie igual, si mi cabeza dice algo similar no la iré a cuestionar pues todo la razón la tiene y es algo de lo cual no dudaré jamás. Sin embargo no fue quien más sufrió por tu partida, la parte más importante de mi se quebró, mi alma, no logra sanar y mucho menos cicatrizar, es tanto el dolor que no se logra recuperar, la marcaste tanto que ya no para de llorar, por las noches es a ella a quien los demás escuchan sollozar a través de las paredes que no la pueden callar y mucho menos silenciar... Perdí control sobre ella, la perdí completamente, su libertad es tanta que no piensa en dejar de sentir, ahora que puede hacerlo no quiere callar, solo quiere gritar, dentro de su espacio seguro es resguardada entre cuatro paredes se deja llevar por el cálido viento de la noche que se asemeja a los abrazos que nunca pudo recibir, ella me lleva a su lado, su sentir es tan fuerte que me obliga a acompañarla en su llanto, a mí lado la veo sangrar y ella a mi me ve tiritar, luego de un rato intenta consolarme con su canto, logra callarme después de un arrebato en el cual le gritó preguntando que es lo que desea tanto, ¿Quiere llorar o ya no quiere sufrir? Se ha vuelto muy difícil de entender algo que ni ella sabe querer, se ha vuelto tan compleja que ya he dejado de intentar comprenderla, solo la dejo ser hasta que pueda encontrar aquello que quiere con claridad, cuando encuentre su paz va a poder sanar sin dudar más, tal vez así se calme y deje de arrastrarme a ese vacío en el cual me niego a ahogarme una vez más. _—Atlas._