
GRUPO OBRERO DE FORMACIÓN MARXISTA - JORNAL
February 3, 2025 at 01:59 AM
*La Fobia a la Tecnología un camino Anti-Marxista que se puede hallar en el Seno de los Grupos que Abogan por la Revolución Proletaria*
El pensamiento anti-tecnológico ha sido una corriente constante entre los críticos de la filosofía del progreso, desde figuras como el católico *Juan Donoso Cortés*, quien en el siglo XIX expresó su desconfianza hacia el avance tecnológico y las transformaciones sociales que lo acompañaban, hasta intelectuales como *Julius Evola*, cuya obra hermética y tradicionalista se opuso a la modernidad industrial y al racionalismo tecnológico. Sin embargo, este pesimismo tecnológico alcanzó su punto más articulado y sistemático en el siglo XX con la *Escuela de Frankfurt*, un movimiento intelectual liderado por figuras como *Max Horkheimer* y *Theodor Adorno**, quienes analizaron críticamente cómo la tecnología y la racionalización instrumental habían contribuido a la alienación humana y al surgimiento de totalitarismos.
Sin embargo, pese a sus importantes aportes teóricos, la Escuela de Frankfurt ha sido objeto de duras críticas, particularmente por su *academicismo excesivo* y su *distanciamiento de los principios fundamentales del marxismo revolucionario*. Estos aspectos han llevado a algunos sectores de la izquierda a considerar que sus ideas, aunque sofisticadas, carecen de relevancia práctica para las luchas sociales y políticas reales.
Uno de los principales reproches a la Escuela de Frankfurt es su **excesivo academicismo**, que la convirtió en una corriente intelectual profundamente elitista y alejada de las realidades concretas de la clase obrera. Sus análisis, aunque brillantes en términos teóricos, a menudo se desarrollaron en un lenguaje tan abstracto y complejo que resultaba inaccesible para la mayoría de las personas involucradas en movimientos sociales o políticos. Por ejemplo, obras como *"Dialéctica del Iluminismo"* (1947) de Adorno y Horkheimer son reconocidas por su profundidad crítica, pero también han sido acusadas de ser *demasiado abstractas y desconectadas de las necesidades prácticas de las luchas obreras y revolucionarias*. Este academicismo ha llevado a algunos críticos a argumentar que la Escuela de Frankfurt priorizó el debate filosófico sobre la acción política, abandonando así uno de los pilares centrales del marxismo: la transformación revolucionaria de la sociedad.
Además, la Escuela de Frankfurt ha sido criticada por su *abandono de los principios fundamentales del marxismo revolucionario*, especialmente en lo que respecta a la centralidad de la clase obrera y la necesidad de la acción colectiva para derrocar el capitalismo. A diferencia de Marx, quien veía en el proletariado el agente histórico capaz de llevar a cabo la revolución socialista, los teóricos de Frankfurt adoptaron una postura mucho más pesimista y derrotista. Para ellos, la clase obrera ya no era un sujeto revolucionario, sino que había sido completamente integrada al sistema capitalista a través de la manipulación ideológica y cultural. Esta visión fue explícitamente planteada por *Herbert Marcuse* en su libro *"El hombre unidimensional"* (1964), donde argumentó que la sociedad industrial avanzada había logrado absorber cualquier forma de disidencia, dejando a las masas incapaces de imaginar alternativas al capitalismo.
Esta postura contraria al marxismo revolucionario ha sido ampliamente criticada por sectores más ortodoxos de la izquierda, que ven en ella una *renuncia al potencial emancipador del proletariado* y una aceptación implícita de la inevitabilidad del capitalismo. En lugar de ofrecer una estrategia para la acción revolucionaria, la Escuela de Frankfurt se centró en una crítica cultural y filosófica que, aunque valiosa, carecía de herramientas concretas para transformar la realidad material. Esto llevó a algunos marxistas a acusar a los frankfurtianos de haber abandonado el proyecto político de Marx y haberse refugiado en un *pesimismo existencial* que desmovilizaba a las masas en lugar de inspirarlas a la acción.
Un ejemplo histórico que ilustra esta tensión es la relación entre la Escuela de Frankfurt y los movimientos revolucionarios de los años 60 y 70. Mientras figuras como *Che Guevara*, *Fidel Castro* y *Mao Zedong* lideraban luchas armadas y políticas contra el imperialismo y el capitalismo, los teóricos de Frankfurt permanecieron al margen, limitándose a observar y analizar los fenómenos desde una perspectiva académica. Incluso cuando Herbert Marcuse intentó conectar con el espíritu rebelde de los movimientos estudiantiles de 1968, su influencia fue más simbólica que práctica, y su énfasis en la "gran negativa" (la idea de rechazar el sistema sin proponer alternativas claras) fue vista por muchos activistas como insuficiente y poco útil para guiar la acción revolucionaria.
Finalmente, la crítica al academicismo y al abandono del marxismo revolucionario también se extiende a la *falta de atención a las luchas anticolonialistas y decoloniales*. Mientras el marxismo-leninismo y otros movimientos revolucionarios apoyaban activamente las luchas de liberación nacional en África, Asia y América Latina, la Escuela de Frankfurt rara vez abordó estos temas de manera significativa. Su enfoque académico y su concentración en las sociedades industriales avanzadas los llevaron a ignorar las experiencias de los pueblos colonizados y las formas específicas de explotación y resistencia que enfrentaban. Esto ha llevado a críticas de que su pensamiento, aunque crítico del capitalismo, no logró comprender ni abrazar la dimensión global de la lucha contra el imperialismo.
En resumen, la Escuela de Frankfurt ha sido duramente criticada por su *academicismo excesivo* y su *desviación de los principios fundamentales del marxismo revolucionario*. Su enfoque abstracto y su pesimismo respecto al papel de la clase obrera los alejaron de las luchas sociales concretas y los llevaron a renunciar a la idea de una transformación revolucionaria del sistema capitalista. Estos aspectos problemáticos han llevado a los sectores revolucionarios a considerar que, lejos de ser una herramienta emancipadora, la Escuela de Frankfurt contribuyó a desmovilizar y despolitizar a las masas, perpetuando así la hegemonía del capitalismo.