GRUPO OBRERO DE FORMACIÓN  MARXISTA - JORNAL
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February 5, 2025 at 02:19 AM
*Feminicidio y Opresión en las comunidades Rurales: el caso del cobarde asesinato de una Adolescente* _04/02/25_ El crimen contra Leydi P. G., una joven de 17 años secuestrada y asesinada en Pasco-Huánuco, exige un análisis que evite simplificaciones teóricas desfasadas y de la linea feminista liberal en dónde solo prima el discurso pero no la real protección que requieren las mujeres de los sectores obreros y campesinos en Perú. Siguiendo los aportes de los teoricos marxistas —quienes critican la noción de "neocolonialismo" y del patriarcado cuestiones de género que declaman las feministas liberales, por oscurecer la dinámica clásica de la lucha de clases bajo el capitalismo global—, este caso no debe interpretarse como resultado de una supuesta "dominación externa", sino como expresión de las *contradicciones internas de un capitalismo peruano plenamente integrado al sistema mundial*, donde la explotación de clase y la acumulación predatoria son motorizadas por una burguesía local articulada a los circuitos globales del capital y destruye la humanidad en las personas. La poca iniciativa de la policía y los órganos de justicia en el Perú para prevenir y castigar el crimen y el feminicidio refleja cómo el Estado prioriza la protección de los intereses de la burguesía sobre las necesidades de las masas obreras y campesinas marginadas, dejando a mujeres como Leydi vulnerables ante la violencia estructural y directa. Este abandono institucional no es casual, sino producto de un sistema que reproduce la impunidad como mecanismo de control social. Como denunció *Lenin* en *El movimiento obrero femenino* (1920): > *“Mientras la mujer esté relegada a su rol de esclava doméstica, bajo el yugo de la cocina y los hijos, cualquier ‘libertad’ será una mentira!”*. *1. Revisión teórica: más allá del "neocolonialismo", hacia una crítica de clase* Astarita, en su obra *Capitalismo periférico* (2016), cuestiona el enfoque dependentista que atribuye la pobreza latinoamericana a una relación "centro-periferia" estática. Para él, el capitalismo en países como el Perú no es un "eslabón débil" del imperialismo, sino una formación social donde la burguesía local ejerce dominio mediante relaciones capitalistas maduras. Esto implica: - *Superar el mito de la "burguesía compradora"*: Las elites peruanas (Grupo Romero, Brescia, Hochschild) no son meras intermediarias de corporaciones extranjeras, sino actores con intereses propios en la acumulación global. Por ejemplo, el Grupo Gloria, dueño de minas y plantas lácteas, controla el *12% del PBI agroindustrial* y cotiza en la Bolsa de Nueva York, integrando cadenas de valor transnacionales. - *La dependencia no anula la lucha de clases interna*: El secuestro de Leydi P. G. por parte de lumpenproletarios (Aarón Espinoza, Delmer Lino Abad) no es producto de una "dominación externa", sino de la *superexplotación capitalista local*, donde el 73% de la PEA en Huánuco y Pasco trabaja en informalidad (INEI, 2023), sin acceso a derechos laborales. La poca iniciativa de la policía y los órganos de justicia en estos contextos marginales evidencia cómo el Estado reproduce las condiciones de exclusión y violencia, priorizando la seguridad de las zonas urbanas y los intereses empresariales sobre la vida de las comunidades rurales y pobres. *Engels*, en *El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado* (1884), ya advertía sobre este mecanismo: > *“El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en el matrimonio monógamo”*. *2. Plusvalía y lumpenproletariado: explotación capitalista, no "herencia colonial"* La exigencia de S/500,000 de rescate refleja la *lógica de acumulación basada en la plusvalía absoluta*, no un "rasgo neocolonial". Como señala Astarita, en el capitalismo maduro, la violencia lumpen surge de la exclusión sistémica, no de estructuras coloniales residuales. Datos clave: - *Tasa de ganancia en minería peruana*: 28% anual (BCRP, 2023), superior al promedio global (15%), gracias a salarios 60% más bajos que en Chile (OIT, 2023). - *Informalidad como eje estructural*: El 70% de la PEA peruana carece de contrato estable, cifra que alcanza el 85% en Huánuco, región donde operaban los secuestradores. Este contexto de exclusión económica se ve exacerbado por la inacción de las autoridades, que permiten que la violencia y el crimen se normalicen en las zonas más empobrecidas. La falta de prevención y castigo efectivo no solo perpetúa la impunidad, sino que también refuerza la descomposición social que alimenta fenómenos como el feminicidio. *Clara Zetkin*, en su discurso de 1896, vinculaba esta opresión sistémica a la lucha de clases: > *“La mujer proletaria no puede alcanzar su plena humanidad como mujer ni como ser humano si no lucha hombro con hombro con el hombre de su clase contra la sociedad capitalista”*. *3. Feminicidio y violencia de género: Opresión de Clase con desprecio hacia la Mujeres más Desfavorecidas* El asesinato de Leydi P. G. se enmarca en un contexto donde *6 de cada 10 feminicidios ocurren en zonas extractivas* (MIMP), la violencia patriarcal no es un "lastre colonial", sino un mecanismo funcional al capitalismo para disciplinar fuerza laboral barata. Ejemplos: - *Agroexportación y superexplotación femenina*: En Ica, corazón agroindustrial, el 80% de trabajadoras temporales gana menos de S/1,000 mensuales (ENAHO, 2023), sin protección contra acoso laboral. - *San Juan de Lurigancho*: El 55% de feminicidios en este distrito ocurren en asentamientos informales, donde el Estado prioriza la seguridad de centros comerciales sobre la de las mujeres (INEI, 2023). *Alexandra Kollontai*, en *La mujer nueva* (1913), anticipó esta contradicción: > *“La igualdad jurídica es solo el primer paso; la verdadera liberación de la mujer llegará cuando transformemos las condiciones materiales que la encadenan al hogar”*. La poca iniciativa de la policía y los órganos de justicia en investigar estos crímenes refleja cómo el patriarcado capitalista opera como una herramienta de control social, dejando a las mujeres pobres expuestas a la violencia sistemática sin respaldo institucional. *4. El Estado peruano: instrumento de la burguesía, no de "intereses foráneos que impiden la Prevención de la Violencia contra la Mujer* La intervención tardía de la Dirincri en el caso Leydi P. G. no se explica por una "subordinación neocolonial o de rezagos patriacarles", sino por la *naturaleza de clase de un Estado que protege los intereses capitalistas locales*: - *Presupuesto para seguridad en áreas rurales*: 5.2% del total, frente al 22% asignado a Lima (Ministerio de Economía, 2023). - *Impunidad empresarial*: El 90% de denuncias por contaminación minera en Pasco son archivadas sin sanción (Defensoría del Pueblo, 2023). El Estado no es un "botín de potencias extranjeras", sino un *comité de gestión de los negocios de la burguesía nacional*, cuya acumulación depende tanto de la explotación minera en Cerro de Pasco como de la agroindustria en La Libertad. Esta priorización de intereses económicos sobre la seguridad ciudadana deja a comunidades enteras desprotegidas frente a la violencia, incluyendo feminicidios como el de Leydi. *5. Desarrollo desigual y combinado: integración capitalista, no "periferia"* El Perú exhibe un *PBI per cápita de USD 7,000 (2023)*, superior al de Bolivia (USD 3,500), pero con desigualdades brutales: - *Huánuco*: 40% de pobreza, 18.9% de deserción escolar (ENAHO, 2023). - *Grupo Gloria*: USD 3,500 millones en ganancias anuales, con plantas en EE.UU. y Europa. Este *desarrollo desigual y combinado* niega la dicotomía "centro-periferia": la burguesía peruana acumula bajo las mismas leyes de valor que cualquier capitalista global, mientras millones son arrojados a la informalidad. El secuestro de Leydi es parte de esta contradicción: sus asesinos, Aarón Espinoza (24 años, primaria incompleta) y Delmer Lino Abad (sin empleo formal), son productos de un sistema que genera ganancias récord para la minería (USD 60,000 millones en exportaciones en 2023) mientras hacinaba a Leydi en un costal. La poca iniciativa de la policía y los órganos de justicia en casos como este refuerza la impunidad y la descomposición social, perpetuando un ciclo de violencia que afecta principalmente a los sectores más vulnerables. *lucha de clases y no reformismo barato* La solución no está en combatir un fantasma "neocolonial", sino en la *organización revolucionaria del proletariado y el campesinado pobre*. El crimen de Leydi P. G.como muchos grita la urgencia de: - *Expropiar sin indemnización a la burguesía minera y agroindustrial*. - *Estatizar la banca bajo control obrero*, acabando con la usura que mantiene en pobreza al 65% de trabajadores rurales. - *Erradicar el Machismo capitalista* mediante educación pública laica y comedores populares feministas. La sangre de Leydi clama por justicia , del cuál bajo el socialismo que, como diría Marx, supere un sistema donde *“todo lo sólido se desvanece en el aire, y todo lo sagrado es profanado”*. Sin embargo, para avanzar hacia ese horizonte, es indispensable enfrentar la *poca iniciativa de las instituciones estatales para prevenir y castigar el crimen y el feminicidio*, exigiendo justicia inmediata y transformaciones estructurales que pongan fin a la impunidad y la violencia sistémica.

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