GRUPO OBRERO DE FORMACIÓN  MARXISTA - JORNAL
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February 24, 2025 at 01:30 AM
*Las Demandas de la SONAMIPE en el Contexto Capitalista Peruano* _23/02/25_ La propuesta de centralización del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo) en Lima, impulsada por Cecilia Julcarima, presidenta de la Sociedad Nacional de Minería de Pequeña Escala (SONAMIPE), debe analizarse como una manifestación de las *contradicciones inherentes al modo de producción capitalista*, en el cual fracciones de la pequeña burguesía minera —compuesta por sectores en ascenso y una burguesía de escasa acumulación de capital— buscan optimizar su inserción dentro de la superestructura legal burguesa, sin cuestionar las relaciones de explotación que sostienen el sistema. Según datos del Ministerio de Energía y Minas (Minem, 2023), la minería a pequeña escala representa el 15% de las exportaciones mineras peruanas (aproximadamente USD 3,000 millones anuales), pero solo el 7% de esta actividad está formalizada, lo que refleja las tensiones estructurales entre capitales legales e informales. Como señala Marx en *El Capital*, *"el movimiento del capital mercantil encierra contradicciones antagónicas, pues el desarrollo de sus condiciones se convierte en su negación"* (Libro III, Cap. 20). En este caso, la demanda de agilización burocrática no altera la esencia de la explotación, sino que busca perfeccionar su funcionamiento. Julcarima, en representación de este sector heterogéneo —que oscila entre aspiraciones de ascenso económico y limitaciones estructurales en la acumulación de capital—, demanda al Estado peruano agilizar su formalización mediante modificaciones legales y administrativas. Históricamente, la minería peruana ha estado marcada por la concentración de tierras y recursos: desde el siglo XIX, el Estado entregó concesiones a grandes capitales extranjeros y locales, mientras que la pequeña minería surgió como un subproducto marginal, ocupando solo el 1.2% del territorio concesionado (INEI, 2022). Sin embargo, esta exigencia no surge de una crítica a la estructura de dominación capitalista, sino de la necesidad de garantizar su reproducción como sector económico dentro del marco de la acumulación privada. Al reclamar un trato diferenciado de los mineros ilegales e informales —quienes, según la Defensoría del Pueblo (2023), representan el 80% de los conflictos socioambientales en zonas mineras—, la SONAMIPE evidencia su interés por distanciarse de los estratos más precarizados del proletariado minero, reforzando así las jerarquías de clase propias del capitalismo dependiente. Marx, en los *Grundrisse*, advierte que *"la competencia entre los capitales individuales conduce a la concentración del capital, donde los más débiles son absorbidos o subordinados"* (Fragmento sobre las máquinas). Este proceso se refleja en la pugna de estos estratos por sobrevivir frente a los monopolios, sin cuestionar la estructura que los oprime. El discurso de Julcarima —quien enfatiza el pago anual de vigencia al Estado como prueba de su legitimidad— revela una adhesión acrítica a la legalidad burguesa. Según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP, 2022), los pequeños mineros formalizados aportan cerca de USD 120 millones anuales en impuestos y regalías, una cifra marginal frente a los USD 8,000 millones que genera la gran minería. Su crítica al Reinfo, descentralizado en las regiones, no cuestiona la naturaleza explotadora del extractivismo, sino que se limita a denunciar obstáculos burocráticos que dificultan su acceso a mercados formales. Esta postura refleja la dialéctica entre fracciones burguesas: mientras la gran minería monopoliza recursos y mercados —el 70% de la producción aurífera nacional está controlada por cinco corporaciones transnacionales (OSINERGMIN, 2023)—, la pequeña burguesía minera lucha por subsistir dentro del mismo sistema, reproduciendo la lógica de la propiedad privada y la acumulación de capital. En *Teorías de la plusvalía*, Marx subraya que *"los pequeños propietarios, aunque oprimidos por el gran capital, aspiran a convertirse en explotadores directos, no a abolir la explotación"* (Cap. XVII). Esto explica por qué SONAMIPE no busca transformar las relaciones de producción, sino asegurar su participación en la extracción de plusvalía. La propuesta de centralizar el Reinfo en Lima no solo busca eficientizar procesos, sino consolidar un control administrativo que favorezca a sectores con mayor capacidad de lobby ante el Estado. Este enfoque refuerza el centralismo estatal, característico de las estructuras capitalistas peruanas, donde las regiones —y sus trabajadores— quedan subordinadas a los intereses metropolitanos. Desde la década de 1990, bajo el modelo neoliberal, el Estado priorizó la gran inversión minera: el 60% de los proyectos extractivos se concentran en Lima, Áncash y Arequipa, mientras regiones como Puno y Madre de Dios —con alta presencia de pequeña minería— reciben menos del 5% del canon minero (CEPAL, 2021). La alianza de SONAMIPE con figuras como Máximo Gallo, director de Formalización Minera, ejemplifica cómo las fracciones burguesas —incluyendo a aquella con limitada acumulación de capital— negocian con el aparato estatal para adaptar normativas sin alterar la base material que sostiene la explotación laboral y la depredación ambiental. Marx, en *El Capital*, recuerda que *"el Estado moderno no es más que un comité que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa"* (Libro I, Cap. 24), lo que explica por qué las reformas propuestas benefician a sectores capitalistas específicos, no al proletariado. Además, su denuncia contra las plantas procesadoras que facturan para mineros ilegales expone una contradicción intraclase: la competencia por el control de la plusvalía generada por el trabajo minero. Según la SUNAT (2023), el 35% del oro comercializado en Perú proviene de circuitos informales, evadiendo USD 500 millones anuales en impuestos. Al exigir «reglas claras» para comercializar minerales, SONAMIPE no persigue la socialización de los medios de producción, sino una regulación que proteja su nicho de acumulación frente a capitales informales. Esta dinámica, lejos de emancipar al proletariado minero —sujeto a condiciones laborales precarias y alienación, con salarios que no superan el 40% del promedio nacional (INEI, 2023)—, perpetúa su subordinación a los intereses de propietarios, sean estos pequeños o grandes. Como afirma Marx en *El Capital*, *"la acumulación del capital presupone la plusvalía; la plusvalía presupone la producción capitalista"* (Libro I, Cap. 24). Así, la lucha intraburguesa por regularizar la extracción de plusvalía no modifica su carácter explotador. *Reformismo Burgués y la Ausencia de Proyecto Revolucionario* Las demandas de SONAMIPE, aunque presentadas como reivindicaciones sectoriales, se inscriben en la lógica reformista del capitalismo periférico. Al buscar ajustes normativos que faciliten su integración al mercado formal, la pequeña burguesía minera renuncia a cualquier horizonte de transformación radical. Su lucha no se orienta a abolir la propiedad privada —en un país donde el 1% de las empresas mineras controla el 85% de las ganancias del sector (INEI, 2023)—, socializar los recursos minerales o erradicar la explotación asalariada, sino a negociar espacios dentro de un sistema que oprime a la clase trabajadora. En los *Grundrisse*, Marx sentencia que *"todo desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo es, al mismo tiempo, un desarrollo de los medios de dominación de la burguesía"* (Introducción). Desde el materialismo histórico, esta situación confirma que solo la organización autónoma del proletariado minero —libre de la influencia de las fracciones burguesas— podrá desafiar la estructura capitalista, avanzando hacia la socialización de la riqueza y la construcción de un modelo productivo al servicio de las mayorías, no de la acumulación privada. Mientras tanto, iniciativas como las de SONAMIPE seguirán siendo meros ajustes superficiales en un sistema cuya esencia explotadora permanece intacta. Como concluye Marx en *El Capital*, *"la revolución social solo puede triunfar cuando la clase obrera, consciente de su misión histórica, rompe las cadenas de la propiedad privada y supera las ilusiones del reformismo burgués"* (Libro I, Cap. 32).

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