*FIRME COMO UN SOLDADO, PORQUE LA FE ES MI ARMADURA* Párate siempre firme, pequeño soldado, con la sonrisa en el rostro y el corazón valiente. Aunque la tristeza intente nublar tu camino, no permitas que las lágrimas broten de tus ojos. Recuerda que Dios siempre está a tu lado, como un compañero fiel en cada paso. No llores más, pequeño tesoro, esas lágrimas que nublan tus ojos. Déjalas caer si es necesario, pero no permitas que te ahoguen en su dolor. Porque Dios está ahí, siempre presente, como un faro en la noche oscura. Él te ama con un amor incondicional, infinito, eterno, que no conoce límites. En este mundo, donde a veces te sientes solo, recuerda que Dios es tu mayor tesoro. En esos momentos de confusión, cuando el mundo gira sin control, y te sientes perdido y desorientado, recuerda que Dios siempre está presente. Cuando la vida te sacude, cuando las circunstancias te abruman, y te parece que todo se derrumba, Dios permanece a tu lado, firme e inquebrantable. En medio de la tormenta, cuando las olas amenazan con hundirte, y la desesperación te invade, Dios te extiende su mano, ofreciéndote su apoyo. Cuando te sientes desconcertado y aturdido, cuando la incertidumbre te paraliza, y no sabes qué camino tomar, Dios te guía con su luz, mostrándote la dirección correcta. En medio de la incertidumbre, cuando las dudas te asaltan, y el futuro se presenta incierto, recuerda que la sonrisa es tu mejor arma. Sonríe, a pesar de las dificultades, a pesar de los obstáculos, a pesar de la adversidad. Porque la sonrisa es un reflejo de esperanza, un rayo de luz en la oscuridad, una señal de que la fe sigue viva en tu corazón. Cálmate, respira hondo, serena tu corazón. No llores, no te rindas, no te dejes vencer por el desánimo. Porque Dios está contigo, siempre presente, siempre dispuesto a brindarte su amor y su apoyo. Él te ama tanto, que no descansará hasta verte sonreír, hasta verte feliz, hasta verte realizado. Así que confía en Dios, ten fe en su poder, y deja que su amor te guíe. En esos momentos de oscuridad, cuando sientes que la esperanza se desvanece, y la tristeza te invade por completo, recuerda que hay un fuego ardiendo en tu interior. Un incendio empezando en tu corazón, una chispa divina que se niega a extinguirse, una fuerza poderosa que te impulsa a seguir adelante. Mira las estrellas, contempla su brillo, admira su belleza. Dios las ha creado para ti, para recordarte su amor, para mostrarte su grandeza, para inspirarte a soñar. Y así como las estrellas brillan en la noche, así también tu vida puede brillar. En medio de la inmensidad del océano, cuando las olas amenazan con hundirte, y la fuerza de la corriente te arrastra, Dios está ahí, cruzando las aguas turbulentas, saltando las barreras que te impiden avanzar. Él se desangraría por ti, daría todo por ti, hasta la última gota de su amor, hasta el último aliento de su ser. Y aunque las luces se apaguen, cuando la oscuridad te rodee, y la esperanza parezca desvanecerse, no temas, porque por ti serás salvado. *Cuéntale tus secretos, aquellos que te pesan en el alma, aquellos que te roban el sueño, aquellos que te impiden ser libre. Hazle todas tus preguntas, las que te atormentan, las que te confunden, las que te impiden encontrar la paz. No temas, no te avergüences, no te reprimas. Dios está ahí, siempre dispuesto a escucharte, siempre dispuesto a comprenderte, siempre dispuesto a amarte. Deja que Dios deshaga todos tus enigmas. Él guiará las luces a tu casa e incendiarán tus huesos, porque el siempre te restaurará. Y aunque tus huesos se incendien, aunque sientas que te quemas por dentro, no temas, porque Dios siempre te restaurará. Él te sanará, te fortalecerá, te renovará. Te dará un nuevo corazón, una nueva esperanza, una nueva vida. Porque con Dios a tu lado, no hay enigma que no pueda ser resuelto, no hay oscuridad que no pueda ser iluminada, no hay herida que no pueda ser sanada. Dios te bendiga.*