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*RENACE SIN MIEDO* No te conviertas en descanso para quien nunca se detiene por ti. No seas el alivio temporal en el camino de otros, ni el banco donde descansan las cargas ajenas mientras tú te desgastas en silencio. No te necesites solo cuando te sientas roto… quiérete en cada paso, incluso en aquellos donde tropieces. No te quedes en el olvido, porque no hay tierra más estéril que aquella donde no se siembra amor propio. Dentro de ti hay un latido que no ha dejado de sonar, una fuerza suave pero constante, que te recuerda que aún puedes volver a empezar. Hay luz en tu esencia, incluso si ahora todo parece nublado. Tú eres quien puede curar tus propias heridas, no con prisa, sino con paciencia. Tú decides qué partes de tu historia recordar con amor y cuáles soltar con compasión. A veces, volverás a tropezar, a abrir lo que creías cerrado… pero también volverás a levantarte, más sabio, más fuerte. No seas sombra de ti mismo, no camines desquebrajado por dentro mientras sonríes por fuera. No te escuches desde la amargura ni habites el eco de la nada. A tu espalda no deben hablar fantasmas, sino tus propias decisiones, firmes y conscientes. Puedes ver el juego de las ilusiones, incluso jugarlo si quieres, pero nunca confundas brillo con verdad. No te escondas tras máscaras que solo disfrazan tu dolor. No seas esa voz que te debilita, que te hiere con palabras que nadie más ha dicho. No robes tu propio brillo por miedo a deslumbrar. Ámate, incluso en tus momentos más oscuros. Ámate cuando no entiendas por qué duele, cuando todo parezca confuso, cuando las ganas falten. Ámate porque tu existencia merece ternura, no solo exigencia. *Tú eres tu primer hogar. Tu alma necesita que la abraces, no que la abandones. Así que renace. Renace sin miedo, porque cada día es un lienzo nuevo, y tú, con tus cicatrices, también eres arte en construcción.*
