El Fuego Diario de la Palabra
El Fuego Diario de la Palabra
February 1, 2025 at 02:34 PM
2 de febrero -EL IMPERATIVO DIVINO- La Escritura de hoy: "Porque todo aquel que invoca el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído hablar? ¿Y cómo oirán sin quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?" (Romanos 10,13-15). ¡Fuego diario! : Una cosa puedo afirmar todos los días de mi vida: ¡Jesucristo es mi sanador y mi redentor! Mira en Mi Palabra-te pide el Señor: Juan 3,7.16; Romanos 5,8; 10,13–15; Santiago 1,18 La Biblia en un año: A la Mañana: Génesis 34; Marcos 5 A la Noche: Job 1; Eclesiástico 8; Romanos 5 EL IMPERATIVO DIVINO Dios hace lo que es. Él es Amor, por lo tanto, debe amar. Él es el Salvador, por lo tanto, Él debe salvar. Él se ha revelado a sí mismo como el Sanador, por lo tanto, debe sanar. En el evangelio de Juan, esto se manifiesta en los imperativos de Jesús. Cuando Jesús dijo que "es necesario nacer de nuevo" (Juan 3,7), quiso decir que Él mismo debe hacerlo por nosotros. No podemos renacer a nosotros mismos. Solo Dios puede hacer que tal cosa suceda. El apóstol Santiago afirmó: "Por su voluntad, Él nos engendró por la Palabra de verdad" (Santiago 1,18). El renacimiento, el nacer de nuevo, viene por la Palabra de Verdad, el evangelio. Si el mundo ha de ser salvado, entonces la gente debe escuchar el evangelio. Si han de escuchar el evangelio, entonces alguien tiene que predicarlo. Ese es un mandamiento que vos y yo debemos cumplir. La redención es como la creación: nadie pensó en ella excepto Dios. La redención nunca pasó por la mente de nadie, ni siquiera por la de la persona más sabia que haya existido. Hay muchas religiones en el mundo, pero ninguna de ellas ofrece redención. La gente cree en muchos dioses diferentes, pero ninguno de ellos es un redentor. Hay muchos libros sagrados, pero solo uno de ellos nos trae las Buenas Nuevas de la redención: la Biblia. Algunas religiones promueven el logro de la paz, otras prometen riqueza y favor, algunas fomentan la superación personal, pero todas son promesas vacías, ya que no abordan la pregunta fundamental: "¿Qué sucede después de la muerte?" Solo Dios respondió que, a través de su Hijo: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3,16). Jesucristo es el Redentor que da la vida eterna. Nuestra responsabilidad es difundir las buenas nuevas del Redentor al mundo perdido.
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