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February 3, 2025 at 02:13 PM
SAN MÁXIMO CONFESOR
San Máximo nació en Constantinopla de padres de origen noble y recibió una excelente educación. Fue uno de los consejeros del emperador Heraclio (610-641). Al ver la difusión de la herejía de los monofilitas, (los monofilitas negaban la voluntad humana en Jesucristo, con lo cual desvalorizaban el significado de Sus sufrimientos en la cruz), que adoptó hasta el mismo emperador, dejó el palacio real e ingreso en el monasterio de Crisópolis, donde recibió la ordenación monacal. Con el transcurso del tiempo san Máximo se convirtió superior de este monasterio.
Teólogo de profundas ideas de su tiempo y estricto defensor de la Ortodoxia, Máximo muy sabia y efectivamente demostraba la incorrección de la herejía monofilita (Los monofilitas pensaban erróneamente que la naturaleza humana de Jesucristo fue absorbida y aniquilada por Su naturaleza divina.) Por esto sufrió muchas veces persecuciones de los enemigos de la Iglesia. Los argumentos de san Máximo en provecho de la Ortodoxia eran tan fuertes y poderosos que el patriarca de Constantinopla Pirro, después de un debate público acerca de la fe con san Máximo en el año 645, renunció a la herejía monofilita que antes defendía.
Varias veces san Máximo fue enviado al exilio y después nuevamente llamado a Constantinopla. Los herejes frecuentemente pasaban de los intentos de convencerlo y de las promesas a las amenazas, las ofensas y hasta la golpiza a san Máximo. Pero él continuaba inamovible en sus convicciones religiosas. Por fin ellos le cortaron la mano derecha y la lengua, para que no pudiera, ni con la pluma ni con la palabra, defender la verdad. Después de esto lo enviaron al exilio al Cáucaso, a Lazov, (región de Mingrelia), donde terminó su vida el 13 de Agosto del año 662, sabiendo por adelantado el día de su muerte.
San Máximo escribió muchas obras teológicas en defensa de la Ortodoxia. Especialmente valiosas para nosotros son sus recomendaciones acerca de la vida espiritual y contemplativa, incluidas en el libro "Amor al Bien" en forma de 400 recomendaciones acerca del amor cristiano. Son conocidas también setecientos capítulos acerca de la Santísima Trinidad y de la encarnación del Verbo de Dios, acerca de las virtudes y pasiones y una interpretación de la oración del Señor. En sus recomendaciones a la hazaña y al esfuerzo se revela la profundidad espiritual y penetración del pensamiento de san Máximo.
La memoria de san Máximo Confesor se celebra el 3 de Febrero según el nuevo calendario.
La misericordia de Dios, la gracia, la fe, la oración.
1. Recordando la grandeza y la inconmensurabilidad de Dios, no debemos desesperarnos y pensar que somos demasiado insignificantes para Su amor a los hombres. De igual manera, recordando la espantosa profundidad de nuestra caída, no debemos dudar de la posibilidad de restaurar en nosotros las virtudes muertas por el pecado. Tanto lo uno como lo otro son posibles para Dios: descender y alumbrar con la visión nuestra mente como así también restaurar en nosotros las virtudes (san Máximo).
1. Si te alcanza una tentación inesperada, no culpes a aquel a través del cual vino sino trata de entender con que finalidad llegó — y entonces alcanzarás la corrección. Porque sea que vino a través de él o que viniere de cualquier otro hombre, igualmente te era establecido beber la amargura de la copa de los destinos de Dios (san Máximo).
1. El sensato, meditando acerca del provecho de los juicios de Dios, con agradecimiento soporta las penalidades que le han ocurrido, no culpando a nadie, sino sólo a sus pecados. El insensato cuando peca y soporta después el castigo por sus pecados, murmura contra Dios o contra los hombres, no comprendiendo la sabiduría de la providencia de Dios (san Máximo).
1. Así como los médicos, para tratar las distintas enfermedades físicas, no prescriben a todos siempre el mismo remedio, Dios, al sanar nuestras enfermedades espirituales no lo hace con un único remedio sino que sana cada alma con los remedios adecuados justamente para ella. Agradezcámosle por la curación, aun si los remedios nos produjeran sufrimientos (san Máximo).
2. Quien conoció la debilidad de su naturaleza, también conoció por experiencia la fuerza de la ayuda de Dios. Una persona así, que ya ha realizado con su ayuda algunas obras buenas y que trata de realizar otras, nunca va a humillar a otras persona. Porque sabe, que así como la gracia le ayudó y lo libró de muchas pasiones y penurias, por la voluntad de Dios esa gracia es poderosa para ayudar a todas las demás personas, especialmente a aquellos que se esfuerzan para Él. El Medico misericordioso y amante del hombre, aunque no libra de repente al hombre de todas sus pasiones, de todas maneras sana, a su tiempo, a cada uno de los que se acercan a Él (san Máximo).
3. Ciega es la fe de aquel que, teniendo fe, no cumple los mandamientos de Dios. Porque si los mandamientos de Dios — son luz, entonces es claro que permanece sin la luz divina aquel que no cumple Sus mandamientos, teniendo solo la palabra desnuda pero no el verdadero conocimiento Divino (san Máximo).
4. El temor a Dios es de doble acción. Uno nace de la amenaza del castigo. De este nacen en nosotros por orden: la abstinencia, la paciencia, la esperanza en Dios y el desapasionamiento, del cual nace el amor. El otro temor esta ligado con el mismo amor y produce en el alma devoción, para que ella por su atrevimiento en el amor no comience a despreciar a Dios. De esta manera, una faz del temor es limpio y puro y el otro impuro. El temor que surge por los pecados y los tormentos que nos esperan es impuro. Al tener como causa la conciencia de nuestro pecado no quedará para siempre, porque con el destierro del pecado a través del arrepentimiento también desaparecerá. Pero el temor puro, libre de la temerosa inquietud por los pecados, permanecerá para siempre en el alma y nunca se alejará, porque esta misteriosamente ligado con Dios y evidencia una natural devoción ante Su grandeza (san Máximo).
6. Existen dos estados elevados de oración pura. Uno es experimentado por la gente de vida activa y el otro por gente de vida contemplativa. El primer estado se presenta al que ora por el temor de Dios y la buena esperanza y el otro por el amor Divino y la gran limpieza del corazón. Señal del primer estado es que el que reza, aísla su mente de todo pensamiento mundano y ora sin distracción ni confusión, permaneciendo delante del Mismo Dios. Señal del segundo estado es cuando la mente del que ora se ilumina con la grandeza de la luz Divina. Entonces el hombre deja de sentirse completamente a si mismo y a cualquier otra cosa que lo rodea y sólo siente a Aquel Único, que lo ilumina de esa manera por Su amor. Encontrándose así iluminado, el hombre recibe puros y luminosos conocimientos acerca de Dios (san Máximo).
El conocimiento de Dios.
7. Deseando teologizar, no trates de percibir a Dios en Su ser, porque esto es inalcanzable tanto para el hombre como para cualquier otra mente. Medita según tus posibilidades sobre Sus propiedades: Su eternidad, Su inconmensurabilidad, Su incognoscibilidad, Su bondad, Su sabiduría y Su fuerza todopoderosa, que dirige todo y a todos juzga con justicia. Pues entre la gente es ya un gran teólogo el que llega a conocer, aunque sea un poco, estas propiedades de Dios (san Máximo).
7. La presunción cierra el camino al conocimiento. Si tu quieres ser verdaderamente sabio y no ser esclavo de tu propia presunción trata de conocer aquello, que todavía esta escondido de tu razón. Entonces al ver, cuantas muchas cosas te son completamente desconocidas e incomprensibles, te sorprenderás de tu negligencia y harás más humilde tu presunción. Si te convences de tu insignificancia podrás conocer muchas cosas grandes y maravillosas (san Máximo).
7. Hay muchos entre nosotros que hablan, pero pocos que hacen. No obstante nadie ose tergiversar la palabra de Dios en su provecho. Mejor es para el reconocer su debilidad y no ocultar la verdad Divina, que por el quebrantamiento del mandamiento convertirse en culpable de tergiversar la palabra de Dios (san Máximo).
7. Los santos alcanzan aquello que es inalcanzable para la naturaleza, porque la naturaleza no posee la propiedad de conocer aquello que la supera. Verdaderamente, no hay estado de divinificación que sea alcanzable para la naturaleza, porque ella no puede conocer a Dios. Sólo la gracia Divina posee la capacidad de transmitir la divinificación a los seres por medios alcanzables para ellos. Entonces la naturaleza brilla con luz sobrenatural y se eleva por encima de sus limites naturales con sobreabundancia de gloria (san Máximo).
La tendencia a la justicia, el amor propio.
11. El creyente teme a Dios, el temeroso de Dios se humilla, el que se humilla se vuelve manso y a través de esto se hace inalcanzable a los antinaturales movimientos del enojo y del deseo, el manso cumple los mandamientos, quien cumple los mandamiento se purifica, el limpio se ilumina, el iluminado se vuelve digno de estar con El Novio Verbo en el tesoro de los misterios (san Máximo).
11. Refrena la fuerza de la irritabilidad del alma con el amor, la fuerza de las pasiones mortifícala con la abstinencia y la de la mente — elévala con las alas de la oración. Entonces la luz nunca se diminuirá en tu alma (san Máximo).
11. "La imagen del perecible" (el hombre terrenal, Adán) — son los principales defectos, como: la falta de razón, la pusilanimidad, la incontinencia, la mentira. "La imagen del Celestial" son las principales virtudes: la sabiduría, la valentía, la castidad, la justicia. Y así como antes nosotros llevábamos los rasgos del viejo hombre, llevemos ahora los rasgos del Nuevo (1 Cor. 15:49; san Máximo).
11. Pienso que no es justo denominar muerte al final de esta vida, sino que más bien creo que ésta debería llamarse la liberación de la muerte, el alejamiento de la región de lo perecedero, la liberación de la esclavitud, la cesación de las inquietudes, el final de la lucha, la partida de la región de las tinieblas, el descanso de los trabajos, el cubrimiento de la vergüenza, la liberación de las pasiones, en pocas palabras: la terminación de todos los males. Habiéndolos soportado y habiéndose corregido por medio de la mortificación de la carne, los santos se hicieron a si mismos extraños para esta vida. Como hay simpatía de los sentidos con lo sensorial que genera tentaciones, ellos luchando valientemente contra el mundo, la carne y los levantamientos surgidas de ambos y habiéndolos vencido a los dos, conservaron en si mismos la dignidad del alma no doblegada (san Máximo).
20. Quien vence a la fuente de las pasiones, que es el amor propio, con ayuda de Dios fácilmente vencerá a las demás pasiones: la ira, la tristeza, el rencor y las demás. En cambio quien es vencido por el amor propio, aunque no lo quiera, se liga a las demás pasiones (san Máximo).
20. El comienzo de todas las pasiones es el amor propio y el final es la soberbia. El amor propio es el irracional amor al cuerpo. Cortado el amor propio, se cortan las demás pasiones, las cuales surgen de él (san Máximo).
Las pasiones, la purificación de la conciencia el desinterés hacia lo material.
21. Hay pasiones que son del cuerpo y las hay también espirituales. Las corporales son causadas por el cuerpo y las espirituales por las cosas exteriores. Pero el amor y la continencia eliminan a ambas: el amor a las espirituales y la continencia a las corporales (san Máximo).
21. La vanidad y la codicia hacen nacer mutuamente la una a la otra. Porque algunos se enriquecen por vanidad y otros al enriquecerse se envanecen (san Máximo).
23. No desprecies a tu conciencia, que siempre te aconseja lo mejor. Porque ella te ofrece consejo Divino y Angelical, te libera de las secretas inmundicias del corazón y ante la partida del mundo te dará osadía ante Dios (san Máximo).
26. Existen tres causas para la codicia: el amor al lujo, la vanidad y la falta de fe, entre las cuales la falta de fe es la más fuerte de todas. El que ama el lujo ama las riquezas para gozar con su ayuda; el vanidoso para glorificarse; y el incrédulo para guardarla para el "día negro." Temiendo el hambre, la vejez, la enfermedad, el exilio y cosas semejantes, confía más en lo que ha guardado, que en Dios, Quien creó a todos y de todos se ocupa, hasta de las mas pequeñas criaturas (san Máximo).
La mansedumbre, la falta de ira, las congojas, las tentaciones.
27. Si tú sientes rencor hacia alguien, ora por él para detener dentro tuyo el accionar del rencor con la oración y alejar la congoja por el mal que te causó. Habiéndote vuelto amistoso y amante del prójimo, echarás completamente esta pasión de tu alma. Cuando es otro el que se enoja contra ti, sé cariñoso con él y humilde y trátalo amistosamente y de esta manera le ayudaras a librarse del rencor (san Máximo).
27 De la manera que tú ores por quien te calumnió, Dios le abrirá la verdad a aquel que se equivocó contigo (san Máximo).
27 Cuando estás ofendido por alguien, cuídate de los pensamientos iracundos, para que ellos, apartándote del amor, no te trasladen a las regiones del odio (san Máximo).
28. Cuando los demonios ven que nosotros despreciamos las cosas de este mundo y no deseamos por ellas odiar a otros y alejarnos del amor, levantan en contra nuestra difamaciones, para que nosotros, al no soportar la amargura, odiemos a los difamadores (san Máximo).
28. Glorifica a Dios no aquel, que Lo honra piadosamente sólo con palabras, sino aquel que por Dios y Sus mandamientos soporta con paciencia los sufrimientos y los trabajos, aquel que Lo glorifica con su vida. Un hombre así se glorifica asimismo con la gloria Divina, recibiendo la gracia del desapasionamiento en recompensa por la comunión con las virtudes del Salvador, quien sufrió por nosotros. Porque todo aquel, que glorifica dentro suyo a Dios con sus sufrimientos por causa de las virtudes, se glorifica también en Dios con la iluminación desapasionada de Sus rayos en un estado de contemplación. Por eso el Señor, al ir a los sufrimientos voluntarios, decía: "Ahora se ha glorificado el Hijo del Hombre, y Dios se ha glorificado en Él. Si Dios se glorifica en Él, entonces también Dios lo glorificara en Si Mismo" (Juan 13:31-32; san Máximo).
La lucha con los pensamientos.
31. En la misma medida que es más fácil pecar con la mente que en los hechos, es también más difícil luchar con los pensamientos que con los hechos (san Máximo).
31. Gran acto es no apegarse a las cosas pero mucho mayor es permanecer desapasionado ante los pensamientos acerca de ellos, porque la guerra de los espíritus malignos contra nosotros a través de los pensamientos es mucho más pesada que la guerra a través de los objetos mismos (san Máximo).
31. No malgastes los pensamientos, para no malgastar por necesidad también los objetos; porque si primero no pecas con el pensamiento, nunca pecarás tampoco en los hechos (san Máximo).
31. A las cosas a las que alguna vez estuvimos apegados, son las que también pensamos apasionadamente. ¿Por qué el que venció los pensamientos pasionales desprecia también por supuesto las cosas imaginadas? Pues la lucha con los recuerdos de las cosas es tanto más difícil que la lucha con las mismas cosas, cuanto más cómodo es pecar con la mente que con el mismo hecho (san Máximo).
31. Cuando la mente comienza a triunfar en el amor a Dios, entonces el espíritu de calumnia comienza a tentarlo y le inspira pensamientos que ningún hombre sería capaz de crear, sino sólo el diablo, padre de esos pensamientos. Y esto lo hace el demonio por envidia al hombre que ama a Dios para que la persona reciba estos pensamientos como propios, caiga en la desesperanza y no ose más dirigirse a Dios en oración. Pero el maligno no recibe ninguna ganancia de sus astucias por cuanto nos hace más firmes. Porque al luchar con él nos hacemos más experimentados y amamos a Dios más sinceramente aún (san Máximo).
La paz del alma, la sabiduría.
35. No corrompas tu cuerpo con obras vergonzosas y no ensucies tu alma con malos pensamientos, Entonces la paz de Dios descenderá sobre ti, trayendo consigo el amor (san Máximo).
36. Muchas obras que son buenas por naturaleza pueden resultar malas ante ciertas circunstancias. Por ejemplo — el ayuno y el velar, la oración y el canto de los salmos, la limosna y la hospitalidad al viajero son, en sí, obras buenas, pero cuando se realizan por vanidad, se vuelven malas (san Máximo).
El amor a Dios y al prójimo.
40. El que ama a Dios vive sobre la tierra con vida angelical, ayunando y velando, cantando a Dios y orando y pensando lo bueno de cada persona (san Máximo).
40. Quien ama a Dios no amarga ni entristece a nadie, ni se ofende con nadie por causa de lo temporal. Sólo se amarga y entristece con aquella pesadumbre salvadora con la cual san Pablo apóstol se entristecía el mismo y apesadumbró a los corintios (2 Cor. 2:4; san Máximo).
40. El que ama algo desea conseguirlo de cualquier modo y aleja todo lo que se lo dificulta para no privarse de ello. Así el que ama a Dios se ocupa de la limpia oración y echa fuera de si toda pasión que le entorpezca en esto.(san Máximo).
40. Hay que amar con toda el alma a cada hombre; la esperanza nuestra hay que depositarla sólo en Dios y sólo a Él servir con todas nuestras fuerzas. Porque mientras Él nos proteja todos nuestros amigos nos favorecen y nuestros enemigos no nos pueden ocasionar ningún mal. Cuando Él nos deje todos nuestros amigos se darán vuelta y nuestros enemigos tomarán fuerzas sobre nosotros. Los amigos de Cristo aman a todos sinceramente pero no suelen ser amados por todos. Los amigos del mundo no aman a todos y no son amados por todos. Los amigos de Cristo conservan la unión del amor hasta el fin y los amigos del mundo hasta que no sucede entre ellos un enfrentamiento por alguna cosa mundana (san Máximo).
42. Si tú odias a algunas personas, con otras te comportas indiferentemente y amas muy fuertemente a otras, saca la conclusión de cuan alejado estás del amor perfecto, que incita a amar igualmente a todos los hombres (san Máximo).
42. El amor perfecto no distingue ninguna naturaleza humana según la costumbre de la gente sino que ama por igual a todos los hombres. A los buenos como amigos y a los malos como enemigos (según el mandamiento), haciéndoles el bien y soportando pacientemente todo lo que nos hagan, no solo sin devolver mal por mal, sino que llegando hasta a sufrir por ellos en caso de necesidad, para, dentro de lo posible, hacerlos nuestros amigos. Así nuestro Señor y Dios Jesucristo, revelando Su amor a nosotros, sufrió por toda la humanidad y le dio la misma esperanza de resurrección a todos. Entre tanto cada hombre se hace a sí mismo digno de la gloria o del tormento del infierno (san Máximo).
44. Quien curiosea acerca de los pecados ajenos o por sospecha juzga a su hermano, todavía no comenzó con el arrepentimiento y no trata de conocer sus propios pecados, que verdaderamente son más pesados que un lastre de plomo de muchas libras y no sabe por qué el hombre suele estar "de corazón pesado, amante de la vanidad y buscador de la mentira" (Sal. 4:3). Por eso él, como necio y perdido en las tinieblas y olvidando de sus propios pecados, se ocupa de los ajenos, sean estos reales o imaginados (san Máximo).
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