Santa Xenia de Petersburgo, loca por Cristo (siglo XVIII)      Nació alrededor de 1730 y, siendo joven, se casó con un coronel del ejército llamado Andrei, un hombre atractivo y apuesto, aficionado a la vida mundana. Cuando tenía veintiséis años, su marido murió repentinamente después de beber con sus amigos, dejando a Xenia viuda sin hijos. Poco después, regaló todas sus posesiones y desapareció de San Petersburgo durante ocho años; se cree que pasó ese tiempo en una ermita, o incluso en un monasterio, aprendiendo los caminos de la vida espiritual. Cuando regresó a San Petersburgo, parecía haber perdido la razón: se vestía con el abrigo militar de su marido y solo respondía a su nombre. Vivía sin hogar, vagando por las calles de la ciudad, burlada y maltratada por muchos. Aceptaba limosnas de personas caritativas, pero inmediatamente las daba a los pobres: su único alimento provenía de las comidas que a veces aceptaba de sus conocidos. Por la noche se retiraba a un campo fuera de la ciudad, donde se arrodillaba en oración hasta la mañana.      Poco a poco, los habitantes de la ciudad fueron adquiriendo signos de santidad que se escondían tras su vida aparentemente trastornada: mostraba un don de profecía y su sola presencia casi siempre resultaba ser una bendición. El Sinaxario dice: «La bendición de Dios parecía acompañarla dondequiera que iba: cuando entraba en una tienda, la recaudación del día era notablemente mayor; cuando un cochero la llevaba en su coche, conseguía muchos clientes; cuando abrazaba a un niño enfermo, éste mejoraba enseguida. Así, la compasión, en poco tiempo, dio paso a la veneración y la gente, en general, llegó a considerarla el verdadero ángel guardián de la ciudad». Cuarenta y cinco años después de la muerte de su marido, Santa Xenia descansó en paz a la edad de setenta y un años, alrededor de 1800. Su tumba se convirtió inmediatamente en un lugar de peregrinación: tanta gente tomó tierra de la tumba como bendición que se tuvo que suministrar tierra nueva con regularidad; finalmente se colocó una losa de piedra sobre la tumba, pero también esta fue gradualmente desmenuzada por los fieles. Los milagros, curaciones y apariciones de Santa Xenia ocurren hasta el día de hoy, a aquellos que visitan su tumba o simplemente le piden su intercesión. Sus oraciones se invocan especialmente para ayudar a encontrar trabajo, un hogar o un cónyuge (todo lo cual renunció en su propia vida). Una costumbre piadosa es ofrecer un servicio de Panachida / Trisagio por el descanso de su esposo Andrei, por quien rezó fervientemente durante toda su vida.      Santa Xenia fue glorificada oficialmente por primera vez por la Iglesia Ortodoxa Rusa fuera de Rusia en 1978.