El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se reunieron recientemente en Washington para abordar la situación en la Franja de Gaza. Durante la conferencia de prensa conjunta, Trump propuso que Estados Unidos tome el control de Gaza y desplace a su población palestina a países vecinos como Egipto y Jordania. Su visión es transformar la zona en una "Riviera de Oriente Medio" mediante un desarrollo económico que genere empleos y viviendas. Netanyahu calificó el plan de Trump como "revolucionario" y afirmó que podría cambiar la historia al eliminar la amenaza que representa Gaza para Israel. Sin embargo, la propuesta ha generado una fuerte oposición internacional. Egipto ha anunciado la convocatoria de una cumbre árabe de emergencia para el 27 de febrero, con el objetivo de discutir las "nuevas y peligrosas" implicaciones del plan de Trump. Tanto Egipto como Jordania y Arabia Saudita han rechazado la idea de reasentar a los palestinos de Gaza en sus territorios, insistiendo en la solución de dos Estados y en que Gaza es una parte esencial de Palestina. Además, la Unión Europea ha reafirmado su compromiso con la solución de dos Estados, enfatizando que Gaza debe ser una parte integral de un futuro Estado palestino. Organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, han condenado la propuesta, señalando que la deportación forzada de la población de Gaza constituiría una violación grave del derecho internacional y podría equivaler a una limpieza étnica. En el ámbito político estadounidense, el representante demócrata Al Green ha anunciado la activación de un juicio político ('impeachment') contra Trump por su plan para Gaza, argumentando que es ilegal e inmoral. En resumen, la reunión entre Trump y Netanyahu ha desatado una controversia significativa a nivel internacional, con múltiples actores expresando su rechazo a la propuesta de reubicación de la población de Gaza y la toma de control por parte de Estados Unidos.