🇪🇸 "En los anales de la historia, ningún discurso ha alterado la trayectoria de la raza humana para mejor que el sermón de la montaña. Esta enseñanza encendió una revolución moral que puso a la humanidad sobre sus hombros y la alejó de los bosques éticos en los que había estado viviendo en la Edad de Bronce y de Hierro. Por si no te has dado cuenta, nuestro mundo hoy, se está convirtiendo en un lugar cada vez más espantoso y odioso. Somos díscolos, estamos enfadados, somos codiciosos, estamos divididos, somos profanos, estamos deprimidos. Las Bienaventuranzas ofrecen un potente antídoto contra la toxicidad que nos rodea, porque la vida a la que apuntan drena el veneno del odio de nuestros corazones. Un poco de humildad o misericordia puede desbaratar todo un montón de egoísmo". "El Sermón de la Montaña se abre con las bienaventuranzas: ocho afirmaciones que comienzan con la palabra bienaventurado. Esta palabra afirma un estado de bendición que ya existe. Cada bienaventuranza declara que un grupo de personas normalmente consideradas como afligidas son en realidad bienaventuradas. Jesús simplemente declara que ya han sido bendecidas. Asípues, las bienaventuranzas son, ante todo, declaraciones de la gracia de Dios. Consideremos la segunda bienaventuranza: "Bienaventurados los que Iloran" (Mateo 5:4). La gente no suele considerar el luto como una bendición. Es una pena. Pero con la llegada del reino de los cielos, el luto se convierte en una bendición porque los dolientes "serán consolados". La implicación es que Dios mismo hará el consuelo. La aflicción del luto se convierte en la bendición de una profunda relación con Dios. A medida que entramos en el reino de Dios, esperamos parecernos más a los bienaventurados: más mansos, más misericordiosos, más hambrientos de justicia, paz, y etc. Las bienaventuranzas describen el carácter del Reino de Dios, pero no son condiciones para la salvación. Si no fuera por la gracia de Dios, nadie sería realmente bienaventurado. Las bienaventuranzas no son un juicio contra todos los que no dan la talla. Por el contrario, son una bendición para cualquiera que consienta en unirse al reino de Dios a medida que "se acerca"."