📌¿Cuidado pastoral o sobreprotección? Después de leer el escrito contesta la siguiente pregunta ¿estamos cuidando correctamente al pueblo de Dios o los estamos estorbando? En la iglesia del Señor, es cierto que no todos estamos llamados a ser maestros o teólogos formales. El apóstol Santiago advierte: "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación" (Santiago 3:1). Sin embargo, como decía R.C. Sproul: "Todos somos teólogos". La pregunta no es si somos teólogos, sino si somos buenos o malos teólogos. Todos tenemos una concepción de Dios, ya sea correcta o errada. Lamentablemente, en muchas iglesias los miembros carecen de fundamentos doctrinales básicos. Ignoran conceptos esenciales como la justificación por la fe, la soberanía de Dios, la gracia irresistible y la obra redentora de Cristo. Pero no solo eso: muchos desconocen aspectos clave de la teología reformada, como el paido-bautismo (el bautismo de infantes como señal del pacto), los cinco puntos del calvinismo resumidos en el acrónimo TULIP, o principios fundamentales de la Cristología, que afirman la plena deidad y plena humanidad de Cristo en una sola persona. Esto no debería sorprendernos, ya que la Escritura reconoce que al inicio de la vida cristiana somos como niños espirituales. Sin embargo, el problema surge cuando esa inmadurez no es confrontada ni corregida. El autor de Hebreos señala: "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido" (Hebreos 5:12). Si bien es cierto que hay temas complejos que los creyentes inmaduros aún no están listos para comprender, el Nuevo Testamento nos exhorta a no quedarnos estancados: "Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 3:18). Muchos pastores, queriendo "proteger" a sus ovejas, evitan enseñarles doctrinas "profundas", como ellos las llaman, o conceptos teológicos, limitándose a mensajes superficiales o motivacionales. Pero esta "protección" se convierte en un obstáculo para el crecimiento espiritual. Pablo no temió predicar todo el consejo de Dios (Hechos 20:27) porque sabía que solo así los creyentes serían "confirmados en la fe" (Colosenses 2:7). Lo paradójico es que, aunque algunos pastores pretenden mantener a sus congregantes alejados de la teología "compleja", no dudan en echarlos "al ruedo" para predicar o enseñar sin preparación adecuada. Esto no forma parte de nuestra práctica como iglesia presbiteriana reformada. En nuestra tradición, el ministerio de la predicación es una tarea seria que requiere formación doctrinal sólida y una clara comprensión de la Palabra de Dios. Como señala la Confesión de Fe de Westminster y símbolos doctrinales, y nuestra sagrada escritura: "no un neofito" 1 Timoteo 3:6 No obstante, también debemos reconocer que los miembros de la iglesia tienen su parte de responsabilidad. Muchos se conforman con un conocimiento superficial de las Escrituras, prefiriendo la comodidad a la disciplina del estudio de la Palabra. Pero el mandato bíblico es claro: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna" (Juan 5:39). Que el Señor levante pastores fieles que enseñen todo el consejo de Dios y miembros dispuestos a recibir ese alimento sólido, comprendiendo que el conocimiento de Dios no solo edifica, sino que fortalece para vivir conforme a su voluntad y resistir las tempestades de este mundo.