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6/14/2025, 5:41:48 AM

¿Futuras conversiones masivas de judíos? Sí, debo decirlo: los primeros reformados creían en un futuro "avivamiento" de los judíos, es decir, una conversión masiva de ellos al final de los tiempos. Y no solo lo creían de manera personal, sino que lo dejaron registrado en nuestros símbolos doctrinales. El Catecismo Mayor, en la Pregunta 191, al explicar qué pedimos en la segunda petición del Padre nuestro (“Venga tu Reino”), dice que oramos, entre otras cosas, para que: > “el reino del pecado y de Satanás sea destruido, y que el evangelio se propague por todo el mundo, QUE LOS JUDÍOS SEAN LLAMADOS”. Ahora bien, aunque yo no soy posmilenial, reconozco que (para mí) desde la postura posmilenial —que era la predominante entre los teólogos reformados del siglo XVI y XVII— esto tiene mucho más sentido. Porque en esa cosmovisión, el Reino de Cristo avanza, el Evangelio se propaga con poder, y se espera un tiempo glorioso donde todas las naciones serán alcanzadas en gran medida. En ese contexto, la conversión de los judíos no es una anomalía ni una excepción, sino una parte gloriosa del triunfo del Reino de Dios. Es la postura del dominio. Sin embargo, esto que creían nuestros hermanos no debe llevarnos a aceptar las pretensiones que el evangelicalismo moderno les concede a los judíos, con el dispensacionalismo como telón de fondo, ni mucho menos las concesiones de Roma al llamarlos “hermanos mayores”. Lo que los Reformadores creían al respecto no estaba desligado de la Iglesia. No lo veían como un plan paralelo o alterno. No creían que Dios habría de quitar a la Iglesia del escenario para entonces volver a tratar con “su pueblo terrenal”. Ellos sabían que Dios de ambos pueblos hizo uno solo: > “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación... para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.” (Efesios 2:14-15) Por eso, cuando pedían orar por su conversión, no estaban solapando su incredulidad ni otorgando legitimidad a su religión presente. No les decían “sigan así, ustedes son el pueblo de Dios”. No. Lo que enseñaban es que, para que un judío sea salvo, debe creer en Cristo. Punto. Debe estar en esta administración del Pacto de Gracia, ya que el anterior fue abolido: > “Diciendo: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (Hebreos 8:13) > “Pero Cristo, habiendo venido ya el sumo sacerdote de los bienes venideros... por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” (Hebreos 9:11-12) Tampoco creían en un milenio futuro reservado para los judíos. Lo que creían era que Cristo ya reina, y que todo aquel que quiera reinar con Él —judío o gentil— debe unirse a Él por la fe, no por su linaje ni por su etnia. Así que debemos ser claros: todo aquel que rechaza a Cristo está en una religión apóstata y enemiga del Evangelio. Cristo mismo les dijo: > “Vosotros sois de vuestro padre el diablo.” (Juan 8:44) Pablo los llama: > “enemigos por causa del evangelio.” (Romanos 11:28) El Apocalipsis habla de: > “la sinagoga de Satanás.” (Apocalipsis 2:9; 3:9) Y en Filipenses 3:2 dice: > “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.” No son nuestros hermanos mayores. Son anticristos: > “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.” (1 Juan 2:22) Así que no, la futura conversión de los judíos no contradice esta realidad presente. La agrava. Porque su apostasía es más grave por haber tenido tanta luz. Y si un día llegan a la fe, no será por una restauración étnico-nacional, ni por reconstrucción del templo (porque ese templo es Cristo), ni por sacrificios levíticos, sino por creer en el Cordero de Dios que ya fue ofrecido una vez para siempre. De hecho, todo eso también está en nuestra Confesión de Fe de Westminster: todo eso fue abolido, según nuestras Escrituras: > “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios... Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:12,14) Cristo tiene una sola esposa, un solo pueblo, un solo rebaño y una sola esperanza. Y todos —judíos y gentiles— son salvos por gracia, mediante la fe, en el mismo Evangelio. Fuera de eso, solo hay condenación.

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6/8/2025, 11:30:28 PM

👉🏼👉🏼👉🏼¿A quién socorrió Cristo? – Exégesis de Hebreos 2:16 > “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.” (Hebreos 2:16, RVR1960). 📖📖 Este versículo nos lleva al cumplimiento del pacto de redención: Cristo vino a socorrer a la descendencia de Abraham, a los que el Padre le dio desde la eternidad. Sin embargo, al estudiar quién es la descendencia de Abraham, también resalta la elección soberana de Dios para salvación, no solo entre los hombres, sino entre todas sus criaturas (ángeles y hombres). Hace un tiempo, un cura en TikTok afirmó que Satanás podría salvarse. Según él, Satanás simplemente no busca el perdón de Dios. Pero esta afirmación revela que no comprende el acto legal del sustituto: Cristo se hizo hombre para poder pagar por su pueblo. No existe posibilidad alguna de redención para Satanás ni para ningún ángel caído. Cristo no vino a ofrecer una oportunidad universal, sino a cumplir una redención particular y efectiva para los suyos. Esto es precisamente lo que leemos en esta carta. El autor de Hebreos viene hablando, en todo el capítulo 2, de la superioridad de Cristo sobre los ángeles —desmontando así la herejía de los testigos de Jehová, quienes enseñan que Jesús es un ángel. Si Cristo fuera un ángel, le habría sido más fácil sustituir a los ángeles, pues, bajo su errada lógica, ya sería semejante a ellos. Pero no es así. Los ángeles sí necesitaban redención, pues muchos de ellos cayeron. Sin embargo, Dios no quiso redimirlos. Y en eso no hay injusticia, sino una muestra gloriosa de la soberanía divina: escoge a quien quiere para mostrar su misericordia y deja en juicio a quien quieren para evidenciar su justicia. Esto nos confronta con una verdad que incomoda a muchos: la salvación no es una obligación de Dios. Los ángeles caídos fueron dejados bajo condenación; no hubo redentor para ellos. Cristo nunca tomó naturaleza angélica. No vino a ponerse en lugar de querubines o serafines, sino a tomar carne humana, con sangre, huesos, debilidad, tentación, pero sin pecado. Y siguiendo con nuestro tema: ¿Quiénes son la descendencia de Abraham? Aquí es donde muchos tropiezan. Algunos, al leer “descendencia de Abraham”, piensan inmediatamente en el pueblo judío según la carne. Pero este texto, a la luz de la Teología del Pacto, desmonta esa interpretación equivocada. Las Escrituras dejan en claro que la verdadera descendencia de Abraham son los que creen, no los que descienden según la sangre. El apóstol Pablo lo explica sin ambigüedad: > “Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham” (Gálatas 3:7). “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29). Así, el autor de Hebreos no está hablando de una nación física, sino de los escogidos, de aquellos a quienes Dios daría la fe. No todos los que descienden de Abraham según la carne son su verdadera simiente. Cristo vino a socorrer a los que tienen la fe de Abraham, no simplemente a los que llevan su sangre. Y si alguien tuviera alguna objeción de esta interpretación, yo preguntaría: ¿qué de los que vivieron antes de Abraham? “¿Y qué hay de Abel, Enoc, Noé? ¿No fueron también salvos?” Y la respuesta es sí. De hecho, el capítulo 11 de esta misma epístola los menciona entre los "héroes de la fe", antes de llegar a Abraham. Todos ellos fueron salvos por la misma gracia, mediante la misma fe, en el mismo Salvador prometido. Aunque no lo vieron con sus ojos, ellos mismos, bajo este entendimiento, también son la descendencia de Abraham. El autor menciona a Abraham no para excluir a los anteriores, sino porque en Abraham Dios formalizó Su pacto y lo usó como figura del pueblo creyente. Abraham representa a los que creen, antes y después de él. Es llamado “padre de todos los creyentes” (Romanos 4:11), y eso incluye a los que vinieron antes que él. Desde Abel hasta el último creyente que será llamado, todos fueron socorridos por el mismo Mediador, el mismo Salvador.

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5/19/2025, 5:26:28 AM

La misma tienda y el mismo dueño. Para los judíos que creyeron en Jesús en el primer siglo, el cristianismo no era una religión nueva; la iglesia no se trataba de un pueblo diferente o de un cuerpo diferente. Ellos no pensaban que estaban dejando el judaísmo para entrar en otra cosa. No, ellos creían que estaban siguiendo en la misma línea, que el Mesías prometido por Dios ya había venido, y que todo lo que los profetas habían anunciado se estaba cumpliendo delante de sus ojos. El historiador Justo L. Gonzáles escribió: «Los primeros cristianos no creían que pertenecía a una nueva religión. Ellos creían que el MESÍAS había venido. Su mensaje a los judíos no era por tanto que tenían que dejar de ser judíos, sino al contrario, que ahora que la edad Mesianica se había inaugurado debían ser mejores judíos». Ellos no pensaban: “Bueno, ahora pertenezco a una nueva fe”. Más bien pensaban: “Por fin se cumplió lo que esperábamos”. Y eso es exactamente lo que vemos en las tres predicaciones más importantes del libro de los Hechos: la de Pedro, la de Esteban y la de Pablo. Pedro, en Hechos capítulo 2, en el día de Pentecostés, no le está hablando a paganos, le está hablando a israelitas. Y ¿qué les dice? Esto no es una novedad. Esto es lo que Dios ya había dicho por el profeta Joel. Esto es lo que David ya sabía. Él no dijo: la iglesia es un "plan B" o se volverá un "plan b" si ustedes lo rechazan. No, el dijo: Este es el cumplimiento de la promesa hecha a David. > “Porque David dice de él… no dejarás mi alma en el Hades…” (v. 27). “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús… Dios le ha hecho Señor y Cristo” (v. 36). ¿Y qué pasó? El pueblo no dijo: “Pedro, ¿cómo que ahora una nueva religión?” No. Ellos entendieron que habían rechazado al que David anunció, y preguntaron angustiados: “¿Qué haremos?” (v. 37). Pedro no les dijo: “Únanse a otra fe”, sino: “Arrepentíos y bautícese cada uno… en el nombre de Jesucristo” (v. 38). ¿Lo ves? No es una nueva historia. Es la misma historia avanzando. Esteban, en Hechos 7, hace lo mismo. Les da un repaso completo desde Abraham hasta sus días. Les muestra cómo Israel ha tenido una historia de rebeldía constante: rechazaron a José, a Moisés, a los profetas… y ahora a Cristo. Pero Esteban nunca les dice que el cristianismo es otra cosa. Lo que les dice es que ellos, los que rechazaron al Mesías, están fuera del verdadero Israel. > “¡Duros de cerviz… como vuestros padres, así también vosotros!” (v. 51). “A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?” (v. 52). Y mientras lo mataban, Esteban veía al Hijo del Hombre a la diestra del Padre. Cristo está reinando, cumpliendo el Salmo 110. No es que empezó un nuevo pueblo. El verdadero pueblo sigue, pero solo con los que reciben al Hijo. Pablo, en Hechos 13, entra a una sinagoga y empieza desde Abraham, pasa por Egipto, el éxodo, los jueces, Saúl, David… y aterriza en Cristo. ¿Ves la línea? Es la misma. No rompe con nada. No presenta nada nuevo. Dice: > “Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel” (v. 23). “Os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres” (v. 32). “Dios la ha cumplido… resucitando a Jesús” (v. 33). Todo está cumpliéndose. Y como Pedro y Esteban, Pablo también advierte: > “Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas” (v. 40). Cristo es el cumplimiento. El pueblo que lo recibe es el que sigue en el pacto. Los demás, aunque tengan sangre judía, están fuera. Y aquí va el ejemplo que siempre uso, porque es muy claro: Imagina que tú trabajas en una tienda que se llama «Israel». Esa tienda es del Padre. Pero desde el inicio tuvo varios administradores: sin embargo, todos sabían que un día vendría el Hijo del dueño a administrar la tienda. Y ese día llega. El Hijo entra, toma el mando, y dice: “A partir de ahora, todo el que quiera seguir en esta tienda tiene que estar registrado bajo mi nombre”. Algunos empleados se registran con gusto. Otros se ofenden. Dicen: “¿Cómo que este viene a mandar? Nosotros ya estábamos aquí desde hace tiempo”. Entonces el Hijo los saca. ¿Y qué hacen? Se van, abren una tienda aparte y le ponen el mismo nombre: “Israel”. Pero ya no están con el Hijo. La tienda verdadera no cambió de nombre, ni de dueño. Lo único que cambió fue que ahora está gobernada por el Hijo. ¿Quién es el verdadero Israel? ¿Los que se quedaron con el Hijo, o los que se fueron a hacer su propia tienda con el mismo rótulo? Obviamente, los que están con el Hijo. Así de simple. Como dijo Pablo: > “No todos los que descienden de Israel son israelitas” (Romanos 9:6). “Sino que es judío el que lo es en lo interior” (Romanos 2:29). Y como también escribió: > “No hay judío ni griego… porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:28-29). Así que no, no hay dos pueblos. No hay dos historias. No hay dos planes. Hay un solo pueblo, un solo Mesías, una sola iglesia. La del Hijo. La que comenzó desde la eternidad en el decreto del Padre, se manifestó en el Antiguo Testamento por las promesas, y se cumple plenamente en Cristo. Y fuera de Él, por más que te llames “Israel”… no lo eres.

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2/16/2025, 8:33:29 PM

*El Rol de la Mujer en la Iglesia conforme a la doctrina Bíblica Reformada.* En el debate sobre el rol de la mujer en la iglesia, la posición reformada sostiene que el ministerio de la enseñanza y la predicación está reservado para los hombres. Esta convicción no surge de la tradición humana, de preferencias culturales, sino de la autoridad de la Escritura (nuestra regla de Fe y práctica). Uno de los textos más claros sobre este tema es 1 Timoteo 2:12-14, donde el apóstol Pablo, bajo inspiración del Espíritu Santo, establece una norma permanente para la iglesia. "Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión." 1 Timoteo 2:12-14. 1. La Prohibición: “No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre” El verbo "permito" indica un imperativo osea una orden apostólica, no una sugerencia, ni una restricción defendiendo la cultura o el número de miembros. Pablo no dice "por ahora" no permito a la mujer enseñar, ni tampoco "en Éfeso" no permito enseñar (donde Timoteo pastoreaba), sino que establece un principio universal. El problema no es que las mujeres no puedan enseñar, o qué algunas no tengan la capacidad de hacerlo en ningún contexto, sino que no pueden hacerlo sobre los hombres en la congregación, Pablo dice que las mujeres más grandes enseñen a las más jóvenes. En la Escritura, enseñar y ejercer autoridad están ligados al oficio de los ancianos. (Tito 1:5-9). La enseñanza en la iglesia no es meramente compartir conocimientos, sino que se hace con la autoridad de Dios por medio de su palabra. 2. La Razón: “Porque Adán fue formado primero, después Eva” El argumento de Pablo no es cultural ni circunstancial, sino teológico, y apela a la misma escritura (se va al Génesis). Se basa en el orden de la creación (Gén. 2:7, 18-22). Dios creó primero a Adán y luego a Eva como su ayuda idónea. Esta prioridad en la creación refleja una estructura de autoridad establecida por Dios aún antes de la caída. 3. El Engaño y la Caída: “Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” Pablo no dice que las mujeres son más propensas al engaño que los hombres en general. La mayoría de iglesias que han permitido que las mujeres enseñen y posteriormente ejerzan pastorado, han caído. El punto de Pablo es que en la primera transgresión, el orden de Dios fue invertido: Eva tomó la iniciativa, escuchó a la serpiente y cayó en el engaño, mientras que Adán, en lugar de ejercer su liderazgo, la siguió pasivamente (Gén. 3:1-6). Este episodio demuestra lo que ocurre cuando se altera el diseño de Dios: el desastre espiritual. Pablo usa este evento para fundamentar la prohibición de la autoridad de las hermanas en la iglesia, mostrando que cuando se desordena la estructura que Dios estableció, el resultado es peligroso. Si bien 1 Timoteo 2:12-14 es el pasaje central, hay otras Escrituras que confirman este principio: 1 Corintios 14:34-35: “Vuestras mujeres callen en las congregaciones… porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.” Tito 1:5-9: Los ancianos deben ser “maridos de una sola mujer”, excluyendo a mujeres porque ellas no pueden ser maridos de una sola mujer. Respondiendo Objeciones 1. “Si no hay hombres, las mujeres pueden liderar.” No. Dios nunca nos llama a desobedecer su Palabra por conveniencia. En lugar de violar el principio bíblico, la iglesia debe orar y confiar en que Dios levantará hombres fieles (Fil. 4:19). 2. “Mientras no tengan el título de pastoras, pueden predicar y enseñar.” El problema no es el título, sino la función. La enseñanza con autoridad en la congregación es parte del ministerio pastoral, y la Escritura prohíbe que las mujeres lo ejerzan. (1 Tim. 2:12). 3. “Gálatas 3:28 dice que no hay varón ni mujer en Cristo.” Gálatas 3:28 habla de la igualdad en la salvación, no de la eliminación de los roles en la iglesia. Pablo mismo, quien escribió Gálatas, también escribió 1 Timoteo 2:12-14 y en sus cartas nos habla de los roles específicos para hombres y otros para mujeres. 4. “Las mujeres tienen dones y deben usarlos.” Dios ha dado dones a todos los creyentes, pero cada uno debe usarlos conforme a su llamado. Las mujeres pueden enseñar a otras mujeres (Tito 2:3-5), servir en la iglesia y ser de gran bendición sin necesidad de asumir el liderazgo de ancianos o funciones relacionadas. La verdadera fidelidad no consiste en adaptar la Biblia a nuestros tiempos, sino en someternos con gozo a la voluntad de Dios.

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2/15/2025, 5:03:00 PM

¿Que nos enseña la confesión de fe? Capitulos del 1 al 5. (Resumen) Capítulo 1: De las Sagradas Escrituras 1. La necesidad de la Escritura. Dios se ha revelado a la humanidad de dos maneras: mediante la creación y la providencia (revelación natural), lo cual deja al hombre sin excusa (Rom. 1:19-20). Sin embargo, esta revelación natural no es suficiente para la salvación. Por ello, Dios se complació en dar Su voluntad por escrito en las Escrituras (2 Tim. 3:15-17). 2. Los libros inspirados. La Escritura incluye 66 libros; 39 del Antiguo y 27 del Nuevo Testamento, los cuales son inspirados por Dios y son la única regla de fe y práctica (Gál. 1:8-9). 3. Los libros apócrifos no son inspirados ni tienen autoridad divina, sin embargo, pueden consultarse como cualquier otro libro de inspiración humana. 4. La autoridad de la Escritura. La autoridad de la Biblia no depende de la iglesia, sino de Dios mismo, quien es su autor. Por eso, debe ser creída y obedecida (2 Ped. 1:19-21). 5. El testimonio del Espíritu Santo. Podemos estar seguros de que la Biblia es la Palabra de Dios por sus enseñanzas, su poder para cambiar vidas y su unidad. Sin embargo, solo el Espíritu Santo nos da plena convicción de su verdad (1 Cor. 2:10-12). 6. La suficiencia de la Escritura. La Biblia contiene todo lo necesario para la gloria de Dios y la salvación. No debe añadirse ni quitarse nada. Sin embargo, el Espíritu sigue guiando a la iglesia en su aplicación (Deut. 4:2). 7. La claridad de la Escritura No todas las partes de la Escritura son igual de claras, pero todo lo necesario para la salvación se entiende con diligencia y ayuda del Espíritu (Sal. 119:105). 8. Los idiomas originales. La Biblia fue escrita en Hebreo (arameo) y griego, los cuáles nos ayudarán en cualquier disputa, Pero, debe estar disponible en el idioma de cada pueblo para que todos puedan conocer a Dios (Col. 3:16). 9. La interpretación de la Escritura. La Escritura se interpreta a sí misma. Si hay dudas sobre un pasaje, debe entenderse a la luz de otros textos más claros (Hech. 15:15). 10. La regla suprema. La Biblia es la máxima autoridad para resolver cualquier debate doctrinal. Ningún concilio, tradición o enseñanza humana puede contradecirla (Mat. 22:29). Capítulo 2: De Dios y de la Santa Trinidad. 1. La naturaleza de Dios. Dios es único, vivo y verdadero. Es espíritu infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad (Deut. 6:4; Juan 4:24; Mal. 3:6). 2. Los atributos de Dios. Dios es autosuficiente y soberano. Nada ocurre fuera de su voluntad. Él conoce todas las cosas, es omnipotente y perfectamente santo (Sal. 115:3; Is. 46:9-10). 3. La Trinidad Dios existe en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Son de una misma sustancia, poder y gloria, pero distintas en sus funciones y relaciones (Mat. 28:19; 2 Cor. 13:14). Capítulo 3: Del decreto eterno de Dios. 1 y 2. El decreto de Dios. Dios ha ordenado desde la eternidad todo lo que sucede, según su sabiduría y voluntad soberana, sin ser autor del pecado ni violar la libertad humana (Ef. 1:11; Rom. 9:15). 3. La predestinación. Dios, por su gracia, ha elegido tanto a ángeles como seres humanos a algunos para vida eterna y a otros los ha dejado para muerte eterna. (Rom. 8:29-30; 1 Ped. 2:8). 4. El número de elegidos, tanto de ángeles como seres humanos no puede aumentar ni disminuir. 5. El propósito de la elección. La elección no se basa en obras o méritos de los hombres, sino en el propósito soberano de Dios en Cristo para su Gloria. (2 Tim. 1:9; Ef. 2:8-9). 6. Dios ha puesto todos los medios para que los seres humanos elegidos, caídos en Adán, sean redimidos en Cristo con todas las gracias salvadoras. 7. La reprobación Dios permite que algunos permanezcan en su pecado para manifestar su justicia y gloria, sin ser autor del pecado (Prov. 16:4; Rom. 9:22). 6. El evangelio y la elección. Aunque Dios ha determinado quién será salvo, el evangelio debe ser predicado a todos, y todos los que vengan a Cristo serán recibidos (Mat. 22:14; Juan 6:37). Capítulo 4: De la creación. 1. La creación del mundo. Dios creó el mundo y todo lo que en él hay de la nada, en seis días, declarando que todo era bueno. Esto refleja su poder, sabiduría y bondad (Gén. 1:1-31; Heb. 11:3). 2. La creación del hombre Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, con razón, voluntad, con la ley de Dios en su corazón y poder para relacionarse con Él. El hombre fue hecho para la gloria de Dios y para gobernar sobre la tierra, Dios lo dotó de libre albedrío el cual estaba sujeto a cambio. (Gén. 1:26-27). Capítulo 5: De la providencia de Dios. 1. La providencia general de Dios. Dios sustenta y gobierna todas las criaturas y cosas por medio de su sabiduría y poder, de acuerdo con su voluntad. Nada sucede sin su consentimiento, y Él dirige todo hacia su fin último (Sal. 145:15-16; Ef. 1:11). 2. Aunque todo sucede de acuerdo con la presciencia y el decreto de Dios, quien es la causa principal de todo, Él ha dispuesto que las cosas ocurran según las causas secundarias, ya sean necesarias, libres o contingentes. 3. Dios en su providencia se vale de medios, sin embargo es libre de obrar sin ellos, sobre ellos o contra ellos. 4. En su providencia (que el ser humano no comprende) Dios permite el pecado, lo hace de manera controlada y sabiendo cómo encauzarlo para sus fines santos, sin ser Él el autor ni aprobarlo, ya que Él es completamente justo y santo. 5. Dios, siendo sabio, justo y clemente, permite que sus hijos enfrenten tentaciones y sufran por sus pecados para enseñarles humildad, mostrarles la corrupción de sus corazones, fortalecer su dependencia de Él y hacerlos más cautelosos frente al pecado, todo con fines santos y justos. 6. Como Juez justo, Dios ciega y endurece a los malvados por sus pecados, negándoles su gracia y, en ocasiones, quitándoles los dones que ya tenían. Esto los expone a situaciones que alimentan su corrupción y los lleva a ceder a sus deseos, tentaciones del mundo y el poder de Satanás, endureciéndose aún más, incluso cuando se les dan oportunidades para arrepentirse. 7. Aunque la providencia de Dios, en general, alcanza a todas las criaturas, así también, de una manera muy especial cuida de su iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella.

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2/9/2025, 6:19:41 AM

¿Por qué las iglesias presbiterianas no crecen? Las iglesias presbiterianas históricamente se han distinguido por su fidelidad doctrinal, profundidad teológica y una liturgia centrada en la Palabra de Dios. No por algo los grandes teólogos han salido de nuestras filas. Sin embargo, en muchas partes del mundo enfrentan una realidad inquietante: no solo no crecen, sino que en algunos casos están en decadencia. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no afrontar la realidad? Muchos esconden está realidad tras la cortina de "las iglesias sanas son pequeñas". A continuación, algunas causas del porqué de esta situación, estás causas deben ser consideradas con seriedad y humildad: 1. No evangelizan: ¡El mandato olvidado! Jesús fue claro: “Id y haced discípulos” (Mateo 28:19). Sin embargo, muchas iglesias presbiterianas actúan como si el evangelismo fuese opcional o lo relegan a actividades aisladas que deben cumplirse únicamente porque están en el calendario. Defendemos con fuerza la soberanía de Dios en la salvación (Juan 6:44), pero olvidamos que Él usa medios, y ese medio es la proclamación del Evangelio (Romanos 10:14-17). Sin evangelización, las bancas vacías no son misterio, sino consecuencia. 2. Mezclas raras: el culto reinventado Algunas iglesias, en un intento desesperado por "retener" a sus "ovejas", han copiado estilos de culto más propios de otras herencias denominacionales, en algunos casos, emocionales. Se ha diluido nuestra liturgia reverente. La Escritura es clara: Dios busca adoradores que le adoren “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23). Cuando el culto deja de estar centrado en Cristo y los elementos que él dejó como el canto con entendimiento, la Palabra y los sacramentos, pierde su razón de ser. ¿El resultado? Un culto que entretiene, pero no transforma. Y también, que muchos se terminan yendo porque la iglesia no tiene definida su identidad. 3. Separación de los niños: ¿Qué pensaban? En muchas congregaciones, los niños son enviados a “clases infantiles” durante el culto. El mensaje implícito es claro: el culto no es para ellos. Sin embargo, la Biblia enseña que los hijos de los creyentes son parte del pacto de gracia (Génesis 17:7; Hechos 2:39), y que juntos, en una sola asamblea, honramos al Señor en su día. Después, como crecen desconectados del culto, no es sorpresa que al llegar a la adultez, y no pueden estar en sus salones, abandonen la iglesia porque "se aburren". La solución no es esconderlos en salones apartados, sino instruirlos y guiarlos dentro del mismo culto público del pueblo de Dios (Efesios 6:4). Dios nos ha dado a un ministro para impartir la palabra del Señor en su día. Además, la confesión de fe de Westminster dice que la iglesia la conforman los padres junto con sus hijos. 4. El veneno del liberalismo: la dilución del Evangelio Algunas iglesias presbiterianas han abrazado un pensamiento liberal que niega verdades esenciales de la fe: la autoridad de las Escrituras, la deidad de Cristo y la realidad del pecado. ¿Qué queda cuando el Evangelio se diluye? Solo filosofía moral vacía. Pablo advirtió: “Vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina” (2 Timoteo 4:3). Ese tiempo está en algunas congregaciones. 5. Libertinaje disfrazado de gracia La gracia no es una licencia para pecar. Sin embargo, algunas iglesias han caído en una actitud antinomiana, tolerando el pecado abierto en nombre de la "libertad cristiana." La Biblia es clara: “¿Persistiremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera” (Romanos 6:1-2). Una iglesia que no busca la santidad pierde su testimonio ante el mundo. Por ello muchos verdaderos creyentes salen huyendo de esas iglesias. 6. La decepción tras el “boom” del calvinismo En la última década, hubo una ola de redescubrimiento del calvinismo, especialmente entre jóvenes sedientos de verdad, cansados de mensajes superficiales y experiencias huecas. Muchos llegaron a las iglesias presbiterianas buscando una iglesia sana, firme en doctrina y fiel a las Escrituras. ¿Qué encontraron? En no pocos casos, algo totalmente diferente: Cultos vacíos de reverencia. Iglesias sin predicación expositiva fiel. Congregaciones que han olvidado su herencia reformada. Esta decepción ha hecho que muchos regresen a sus contextos anteriores, abandonen la búsqueda de una comunidad reformada, y la más común, irse a iglesias bautistas de legado confesional. El problema del crecimiento no se resuelve copiando estrategias modernas ni buscando ser más "atractivos." La solución es una vuelta a nuestra identidad. Evangelizar con valentía. Mantener un culto centrado en la gloria de Dios. Incluir a nuestros hijos en la adoración. Defender la autoridad de las Escrituras. Buscar la santidad con celo. Cuando la iglesia busca glorificar a Dios y no agradar a los hombres, podemos confiar en que Él añadirá a su iglesia los que han de ser salvos (Hechos 2:47). El crecimiento verdadero no depende de estrategias humanas, sino de la fidelidad a Cristo y su Palabra.

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2/10/2025, 3:45:39 PM

Advertencia para nuestros hijos que fueron bautizados y viven como el mismo diablo. Creemos, conforme a las Escrituras, que los hijos de creyentes deben ser bautizados en su tierna infancia, esto, como parte del pacto que Dios establece con su pueblo. Este es un mandato santo y una señal preciosa de las promesas de Dios. Pero no podemos hacernos de la vista gorda e ignorar una triste realidad: muchos de esos hijos que fueron bautizados en obediencia al Señor ahora viven peor que los incrédulos. Esto, en gran medida, es el resultado de la falta de compromiso y fidelidad de los padres que no toman con seriedad este sacramento, muchos han fallado en instruirlos en la fe, en mostrarles el evangelio, en una vida piadosa y en corregirlos con amor. (Muchos parecen papistas en este punto). Pero también es una advertencia seria para los propios hijos: no se engañen pensando que el elemento del agua por si solo les abre las puertas de los cielos. Esto no es nada nuevo con los hijos del pacto, el apóstol Pablo enseña: "No es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra" (Romanos 2:28-29). De igual manera, ser bautizado no te hace automáticamente salvo, así como la circuncisión no te garantizaba el cielo, y antes que mis hermanos bautistas salten a decir algo: este problema no solo está en los hijos del pacto, sino en miembros en general. El bautismo, como la circuncisión en el Antiguo Testamento, es un signo externo del pacto de Dios para su pueblo, pero no es una garantía de salvación. Si no tienes fe en Cristo, las realidades internas que simboliza el bautismo, así como en su momento la circuncisión, no eres Salvo, no has sido regenerado. Por eso, el Señor le dijo a su pueblo en Deuteronomio 10:16: "Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz." Hoy ese mismo llamado se dirige a ti: no basta con haber sido bautizado; necesitas morir al pecado y vivir para Dios. El bautismo no es un amuleto, sino un llamado a abrazar con fe las promesas del pacto, a arrepentirte de tus pecados y a caminar en santidad. Por ello hermanos, debemos predicar a nuestros hijos, no importa la edad, ya que no es la capacidad del intelecto el Creer en Cristo, sino la gracia de Dios quien la aplica a quien el quiera, sin importar su temprana edad. Hay errores que debes evitar, querido hijo del pacto. No desprecies la santidad: Algunos hijos del pacto adoptan la forma de vida del mundo: sus valores, deseos y placeres. Dicen ser cristianos, pero viven sin temor de Dios, olvidando que Él demanda: "Sed santos, porque yo soy santo" (1 Pedro 1:16). Si tu vida no muestra un cambio hacia la obediencia a Dios, debes cuestionarte si realmente eres suyo. No seas negligente de los medios de gracia: La Palabra, la oración y los sacramentos son los medios que Dios usa para fortalecer la fe de sus hijos. Si desprecias la predicación, oras poco o no valoras la Santa Cena, estás descuidando lo que Dios ha provisto para tu crecimiento espiritual. No te confíes. El apóstol Pablo nos manda a examinarnos para ver si estamos en la fe. Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? 2 Corintios 13:5 El llamado de Dios: Haz real tu bautismo El bautismo simboliza tu unión con Cristo, la purificación de tus pecados y el llamado a una nueva vida (Romanos 6:3-4). Así que ven con fe y arrepentimiento genuino. Hoy Dios te llama a vivir conforme a tu bautismo. Esto significa: Arrepentirte de tus pecados: Reconoce tu rebelión contra Dios y confiesa tu necesidad de su perdón. Poner tu fe en Cristo: No confíes en tus obras ni en elementos. Solo la justicia de Cristo puede salvarte. Vivir una vida santa: Deja atrás el pecado y vive en obediencia a Dios. Padres: Su responsabilidad es grande, muchos hijos viven como incrédulos porque sus padres han fallado en criarlos "en disciplina y amonestación del Señor" (Efesios 6:4). Padres, Dios les ha confiado una tarea sagrada: enseñar, guiar y disciplinar a sus hijos para que conozcan, amen y obedezcan al Señor. Si han descuidado esto, arrepiéntanse. Comiencen hoy a liderar a su familia en el camino del evangelio. Por último, esto no significa que el bautismo de infantes sea algo innecesario o sin valor. Creemos firmemente que bautizar a nuestros hijos es un acto de obediencia al Señor, porque Él nos lo manda en su Palabra. Dios nos llama a incluir a nuestros hijos en su pacto de gracia (Génesis 17:7; Hechos 2:39), tal como lo hizo con las familias del Antiguo Testamento. El bautismo de infantes tiene beneficios claros y preciosos: Separación del mundo: Nuestros hijos son apartados de la vida de incredulidad del mundo. Desde su bautismo, forman parte de la comunidad visible del pueblo de Dios, distinguidos de aquellos que no tienen esta señal. Hijos santos: la Escritura dice que son “hijos santos” (1 Corintios 7:14), lo cual significa que pertenecen al Señor de manera especial, bajo su cuidado y gracia, bajo la exposición constante de la palabra de Dios y el cuidado de la comunidad de santos, es decir, de los miembros de la iglesia. Promesas reales de Dios: El bautismo es un sello visible de promesas verdaderas de Dios: perdón de pecados, purificación, adopción como hijos suyos y la invitación a caminar con Él en vida nueva (Hechos 22:16; Gálatas 3:27). (La cual Dios la aplicará a los suyos). Un recordatorio constante: A lo largo de sus vidas, el bautismo les recuerda que necesitan arrepentirse, confiar en Cristo y vivir como miembros fieles de su iglesia. El bautismo es una señal preciosa de que Dios es fiel a sus promesas, pero cada hijo del pacto debe hacer real en su corazón lo que simboliza el agua: dejar el pecado, seguir a Cristo y vivir para su gloria. Como padres, nuestra tarea es guiarlos en ese camino, confiando siempre en la gracia soberana del Dios que no falla.

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2/17/2025, 3:16:32 PM

¿Qué dice la confesión de fe de Westminster? Resumen del cap. 6 al 10. Capítulo Seis: De la caída del ser humano, del pecado y su castigo. P. 1: Nuestros primeros padres, Adán y Eva, pecaron al ceder a la tentación de Satanás y comer del fruto prohibido. Dios quiso permitir este pecado en su sabio plan, lo hizo con el propósito de glorificar su nombre. P. 2: Debido a este pecado, Adán y Eva perdieron su perfección original y la comunión con Dios, quedando espiritualmente muertos y completamente corrompidos en su alma y cuerpo. P. 3: Como ellos eran la raíz de toda la humanidad, su pecado y la consecuencia de la muerte en pecado fueron transmitidos a todos los descendientes, afectando a toda la humanidad por generación natural. P. 4: La corrupción original, que nos hace incapaces de hacer el bien y completamente inclinados al mal, es la causa de todos los pecados que cometemos. P. 5: Aunque aquellos que han sido regenerados por Cristo reciben perdón y la corrupción de su naturaleza es reducida, esta corrupción persiste durante esta vida, y sigue siendo, tanto en sí misma como en sus efectos, un pecado real. P. 6: Todo pecado, tanto el original como el personal, es una transgresión de la ley justa de Dios, lo que trae culpa sobre el pecador, quien queda bajo la ira de Dios y la maldición de la ley, y así queda sujeto a la muerte, con todas las consecuencias espirituales, temporales y eternas. Capítulo Siete. Del pacto de Dios con el hombre. P. 1: La distancia entre Dios y las personas es tan grande que, aunque debemos obedecer a Dios como nuestro Creador, no podríamos disfrutar de Él ni tener su bendición sin que Él decida relacionarse con nosotros, lo cual lo hace posible a través de un pacto. P. 2: El primer pacto con el ser humano fue el pacto de obras, en el que Dios le prometió la vida a Adán y su descendencia si obedecían perfectamente. P. 3: Debido a la caída, el hombre ya no pudo obtener la vida a través de ese pacto. Por eso, Dios estableció un segundo pacto, conocido como el pacto de gracia, en el que ofrece la salvación gratuitamente a través de Jesucristo, pidiendo solo fe en Él para salvarnos y dándonos su Espíritu Santo para ayudarnos a creer (de este pacto participan los salvos del antigüo y nuevo testamento). P. 4: En la Biblia, este pacto de gracia también se llama testamento, ya que se refiere a la muerte de Cristo, quien lo hizo posible, y a la herencia eterna que nos promete. P. 5: Este pacto es uno, pero ha Sido administrado de diferentes formas en el Antiguo Testamento, a través de promesas, sacrificios y rituales como la circuncisión, que apuntaban a la venida de Cristo. Todo esto, por la obra del Espíritu Santo, ayudaba a los creyentes a entender y esperar la salvación en el Mesías. (Por ello, ellos como nosotros somos salvos por la fe en Cristo). P. 6: En el Nuevo Testamento, después de que Cristo vino, el pacto se ofrece de manera más clara y completa ya no mediante sombras, sino mediante la predicación de la Palabra y los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor. Aunque estas formas son más simples externamente y menos ceremoniosas que las del Antiguo Testamento, ahora este mismo pacto es accesible para todas las naciones, judíos y gentiles, y se ofrece con más claridad y poder. Capítulo Ocho: De Cristo el Mediador P. 1: A Dios le agradó escoger al Señor Jesús, su único Hijo, para ser el Mediador entre Dios y los hombres. Jesús es el Profeta, Sacerdote y Rey, la Cabeza y Salvador de su Iglesia, el Heredero de todo y el Juez del mundo. Desde la eternidad, Dios le dio un pueblo (los escogidos, judíos y gentiles) para que, en el tiempo, los redimiera, llamara, justificara, santificara y glorificara. P. 2: El Hijo de Dios, quien es eterno y de la misma esencia que el Padre, se hizo hombre en el momento determinado. Fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, tomando una naturaleza humana y sin pecado. Así, las dos naturalezas, la divina y la humana, se unieron en una sola Persona: Jesús, el único Mediador entre Dios y los hombres, Verdadero Dios y Verdadero Hombre. P. 3: Jesús, en su naturaleza humana (unida a la Divina), fue santificado y ungido por el Espíritu Santo, lleno de sabiduría y conocimiento. Agradó al Padre que toda la plenitud habitara en Él, de modo que, siendo perfecto, sin mancha y lleno de gracia, estuviera completamente capacitado para ser Mediador. No eligió este papel por sí mismo, sino que el Padre lo llamó, dándole todo poder y juicio. P. 4: Jesús aceptó voluntariamente este papel. Nació bajo la ley y la cumplió perfectamente. Sufrió inmensamente en su alma y cuerpo, fue crucificado, muerto y sepultado, pero al tercer día resucitó. Ascendió al cielo y ahora está a la diestra del Padre, intercediendo por nosotros. Al final del mundo, regresará para juzgar a todos. P. 5: Gracias a su obediencia perfecta y su sacrificio, Jesús ha satisfecho completamente la justicia de Dios y ha comprado la reconciliación y una herencia eterna para todos aquellos que el Padre le dio (un solo pueblo). P. 6: Aunque la redención de Cristo no se completó hasta su encarnación, los beneficios de esa obra fueron aplicados a los elegidos a lo largo de la historia, a través de promesas, tipos y sacrificios (al pueblo de Israel como la iglesia del antigüo testamento). Desde el principio, Cristo fue anunciado como el que derrotaría al mal y como el Cordero sacrificado. P. 7: En su mediación, Cristo actúa conforme a ambas naturalezas. Aunque cada naturaleza hace lo que le corresponde, debido a la unidad de la persona de Cristo, a veces lo que corresponde a una naturaleza se le atribuye a la otra. P. 8: Cristo aplica eficazmente la redención a aquellos por quienes la compró. Intercede por ellos, les revela la salvación a través de la Palabra, los persuade por el Espíritu Santo para que crean y obedezcan, y gobierna sus corazones. Así, vence a sus enemigos con su poder y sabiduría, llevando a cabo su plan de salvación de manera perfecta. Capítulo Nueve: Del libre albedrío. P. 1: Dios ha dado al ser humano una libertad natural en su voluntad, de manera que no está obligado ni determinado a hacer el bien o el mal por una necesidad absoluta de la naturaleza. P. 2: En su estado de inocencia, el hombre tenía la libertad y el poder de querer y hacer lo que agradaba a Dios, pero esta inocencia era cambiante y podía perderse. P. 3: Después de la caída, el ser humano perdió completamente la capacidad de querer algo que conduzca a la salvación. Un hombre en su estado natural, opuesto a todo bien, está muerto en pecado y no puede volverse hacia Dios ni prepararse para ello por sí mismo. P. 4: Cuando Dios convierte a un pecador y lo lleva al estado de gracia, lo libera de su esclavitud al pecado y lo capacita, por su gracia, para desear y hacer lo que es espiritualmente bueno. Sin embargo, debido a la corrupción que aún queda en él, no actúa de manera perfecta ni siempre desea solo lo bueno, sino también lo malo. P. 5: Solo en el estado de gloria, la voluntad humana será completamente perfecta e inmutable, capaz de hacer únicamente lo bueno. Capítulo Diez: Del llamamiento eficaz. P. 1: Dios ha predestinado a algunos para la vida eterna, y a esos, en su tiempo, los llama eficazmente por medio de su Palabra y Espíritu. Los saca del estado de pecado y muerte, y los lleva al estado de gracia y salvación por Jesucristo. Ilumina sus mentes para entender las cosas de Dios, les quita un corazón de piedra y les da uno de carne. Además, renueva sus voluntades, los capacita para hacer el bien y los acerca a Cristo, de manera que, por su gracia, responden más libremente a su llamado. P. 2: Este llamado eficaz es obra de la gracia libre y especial de Dios, y no depende de nada que el hombre haya hecho previamente. El hombre es completamente pasivo en este proceso, hasta que el Espíritu Santo lo vivifica y lo renueva, capacitando a la persona para responder y aceptar la gracia ofrecida. P. 3: Los niños elegidos que mueren en la infancia son regenerados y salvados por Cristo mediante el Espíritu Santo, quien actúa como le place. De la misma manera quienes por alguna limitacion no tiene la capacidad para escuchar físicamente el llamado externo. P. 4: Aquellos que no son elegidos, aunque escuchen el llamado de la Palabra y experimenten algunas acciones comunes del Espíritu, nunca llegan verdaderamente a Cristo y, por lo tanto, no pueden ser salvados. Además, los que no profesan la fe cristiana, aunque vivan moralmente según su propia religión, no pueden ser salvos de ninguna otra manera. Mantener que pueden salvarse es un error grave y debe ser rechazado.

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2/10/2025, 8:48:31 PM

Panorama general de las cuatro escuelas Escatológicas. (Ojo, son generales, no estamos hablando de las diferencias dentro de cada escuela) Pre-milenialismo histórico: El pre-milenialismo histórico enseña que Cristo regresará antes de un período de mil años, conocido como el milenio, en el que reinará de manera literal sobre la tierra. Durante ese tiempo, Satanás estará atado y no podrá engañar a las naciones. Después del milenio, Satanás será desatado por un tiempo para provocar una última guerra, y luego vendrá la eternidad. Eventos: 1. Segunda venida de Cristo 2. Atadura de Satanás por mil años 3. Mil años de reinado de Cristo en la tierra 4. Satanás es desatado para la guerra final 5. Eternidad con Cristo Este punto de vista se remonta a los primeros siglos del cristianismo, con figuras como Ireneo, Justino Mártir y Tertuliano, que lo enseñaban. Pre-milenialismo dispensacional: Este enfoque, más reciente (siglo XIX), agrega la idea del rapto secreto de los creyentes antes de una gran tribulación de siete años. Después de esos siete años, Cristo regresará, instaurará el milenio, y Satanás será atado durante ese tiempo para luego ser desatado y provocar la guerra final, seguida de la eternidad. Eventos: 1. Rapto secreto de los creyentes 2. Tribulación de siete años 3. Segunda venida de Cristo 4. Atadura de Satanás por mil años 5. Mil años de reinado de Cristo 6. Satanás es desatado para la guerra final 7. Eternidad con Cristo Este enfoque es novedoso y no tiene bases claras en los primeros siglos del cristianismo. Amilenialismo: En el amilenialismo, no se espera un reino físico o literal de mil años en la tierra. Se cree que Cristo ya está reinando desde su ascensión, y Satanás ya está atado en el sentido de que no puede impedir la expansión del evangelio ni engañar a las naciones de manera total (Apocalipsis 20:1-3). Sin embargo, antes de la segunda venida, será desatado para provocar una gran persecución contra la iglesia. Después de la segunda venida de Cristo, entraremos en la eternidad. Eventos: 1. Reinado espiritual de Cristo desde su ascensión 2. Atadura de Satanás en la primera venida de Cristo (limitación para engañar a las naciones) 3. Desatamiento de Satanás antes de la segunda venida para hacer guerra contra la iglesia 4. Segunda venida de Cristo 5. Eternidad con Cristo San Agustín de Hipona, tras un periodo inicial pre-milenialista, abrazó esta postura en su obra La Ciudad de Dios. Su influencia consolidó el amilenialismo como la posición oficial de la iglesia durante la Edad Media y en adelante. Pos-milenialismo El pos-milenialismo enseña que, antes de la segunda venida de Cristo, habrá una era dorada o época de paz en la que la mayoría de las naciones se convertirán a Cristo. Se cree que Satanás está actualmente limitado (atado) para no impedir este avance del evangelio. Al final de esta era dorada, Satanás será desatado brevemente, seguido por la segunda venida de Cristo y la eternidad. Eventos: 1. Atadura de Satanás durante la expansión del evangelio 2. Época dorada de paz y prosperidad espiritual 3. Desatamiento de Satanás para la última rebelión 4. Segunda venida de Cristo 5. Eternidad con Cristo El pos-milenialismo tuvo un resurgir durante la Reforma y el siglo XIX, con pensadores como Jonathan Edwards y Charles Hodge.

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2/3/2025, 4:49:50 AM

La Importancia de las Marcas de la Iglesia. ¿Qué hace que una iglesia sea fiel a Cristo y su evangelio, y por ende, sea una iglesia pura? La respuesta no está en su tamaño, popularidad, recursos, antigüedad, ni en la denominación a la que pertenece, sino en ciertas marcas esenciales que indican su pureza y fidelidad. Estas marcas actúan como un filtro para distinguir a una iglesia verdadera de una falsa. A través de la Confesión de Fe de Westminster, los Catecismos Mayor y Menor, las enseñanzas de Juan Calvino y, sobre todo, basadas en la Palabra de Dios, podremos conocer estas marcas fundamentales que son: 1. La predicación fiel de la Palabra 2. La correcta administración de los sacramentos 3. La disciplina eclesiástica bíblica 4. La pureza de la adoración pública Al estudiar estas marcas, también veremos los errores comunes que debilitan o corrompen a las congregaciones, promoviendo un llamado al autoexamen. 1. La Predicación Fiel de la Palabra de Dios La predicación de la Palabra es el corazón de la vida de la iglesia reformada; así como para el pentecostal lo es la música, y para el papista la eucaristía, para la iglesia reformada bíblica lo es la predicación de la Palabra de Dios en su culto público. La Escritura declara: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Esto enfatiza que la predicación debe basarse exclusivamente en el consejo completo de Dios, siendo fundamental para el crecimiento espiritual y la santificación del creyente. La Confesión de Westminster (21.5) señala que la principal parte de la adoración pública es la lectura de las Escrituras y la predicación fiel y poderosa del evangelio. Cómo No Debe Hacerse 1. Predicación centrada en el hombre: Cuando el mensaje se enfoca en motivación, autoayuda, entretenimiento o en la vida del predicador, en lugar de la gloria de Dios y el arrepentimiento de pecados. 2. Manipulación emocional: Usar historias conmovedoras o promesas vacías para controlar las emociones del oyente, en lugar de permitir que la Palabra hable por sí misma. 3. Sustitución de la predicación: Reemplazar la exposición bíblica por testimonios, actividades o cualquier otro elemento no demandado por Dios para el culto público. Errores Comunes: Mensajes vacíos que carecen de profundidad bíblica. Predicadores que buscan aprobación popular en lugar de fidelidad a la verdad. Falta de exposición sistemática de las Escrituras. Lo Correcto La predicación debe ser expositiva, centrada en Cristo y aplicada de manera práctica. Cada predicación debe confrontar el pecado, consolar al afligido y edificar al creyente (2 Timoteo 4:2). 2. La Administración Correcta de los Sacramentos Jesucristo instituyó el bautismo y la Cena del Señor como señales visibles del pacto de gracia. No son ceremonias vacías, sino medios de gracia que confirman nuestra fe y comunión con Cristo (Mateo 28:19-20; 1 Corintios 11:23-26). La Confesión de Westminster (27.2) señala que los sacramentos "son signos y sellos del pacto de gracia, instituidos directamente por Dios". Cómo No Deben Administrarse 1. Negación del bautismo a los hijos de creyentes: Contrario al principio del pacto (Génesis 17:7; Hechos 2:39). 2. Profanación de la Cena del Señor: Reemplazarla por eventos que distorsionan su propósito, o permitir su participación sin discernimiento. Errores Comunes Minimizar el valor del bautismo. Administrar la Cena del Señor sin autoexamen (1 Corintios 11:28). Tratar los sacramentos como eventos meramente simbólicos. Lo Correcto El bautismo debe ser administrado conforme al mandato de Cristo en la formula trinitaria, tanto para creyentes como para sus hijos (Mateo 28:19). La Cena del Señor debe celebrarse con reverencia, fe y autoexamen (1 Corintios 11:27-29), siendo ambos administrados por ministros debidamente ordenados. (Confesión de Fe, 27.4). 3. La Disciplina Eclesiástica Bíblica La disciplina es el mecanismo mediante el cual la iglesia mantiene su pureza, corrige el pecado y protege a la congregación de la corrupción doctrinal y moral. Jesús instruyó claramente sobre este tema en Mateo 18:15-17. La Confesión de Westminster (30.1) establece que Cristo ha dado a la iglesia el poder de la disciplina para la corrección y edificación. Cómo No Debe Practicarse 1. Ausencia total de disciplina: Ignorar el pecado para evitar conflictos (1 Corintios 5:1-2). 2. Legalismo opresivo: Ejercer disciplina de manera abusiva, sin gracia ni misericordia. 3. Favoritismo: Disciplinar a unos mientras se pasa por alto el pecado de otros (Santiago 2:1). Errores Comunes: Tolerancia al pecado en líderes o miembros influyentes. Disciplina motivada por venganza o control. Falta de restauración amorosa tras la corrección. Lo Correcto: La disciplina debe ser amorosa, justa y restauradora, buscando siempre la reconciliación del creyente con Dios y la iglesia (Gálatas 6:1). 4. La Pureza de la Adoración Pública En tiempos donde muchas iglesias han adoptado prácticas basadas en el entretenimiento, es crucial recordar que la adoración debe ser conforme a lo que Dios ha revelado en su Palabra. La Confesión de Westminster declara que la forma aceptable de adorar a Dios es instituida por Él mismo, y no debe ser inventada por el hombre. Cómo No Debe Hacerse: 1. Innovación sin fundamento bíblico: Introducir elementos que Dios no ha prescrito (Deuteronomio 12:32). 2. Adoración centrada en el espectáculo: Hacer del culto un evento para el entretenimiento. 3. Desorden y confusión: Prácticas caóticas que distraen del enfoque en Dios (1 Corintios 14:33, 40). Errores Comunes: Música que ensalza al hombre. Cultos desordenados y carentes de reverencia. Lo Correcto La adoración debe ser reverente, centrada en la gloria de Dios y conforme a las Escrituras, edificando a los creyentes y glorificando al Señor (Salmo 29:2). Conclusión: El Llamado al Autoexamen Las marcas de la iglesia no son solo criterios para identificar una congregación fiel, son un llamado al autoexamen constante. El apóstol Pablo exhorta: “Examinaos a vosotros mismos” (2 Corintios 13:5). ¿Se predica fielmente la Palabra de Dios? ¿Los sacramentos se administran correctamente? ¿Se practica la disciplina con amor y justicia? ¿Es nuestra adoración pura y conforme a la voluntad de Dios? Responder a estas preguntas con honestidad puede llevarnos a una reforma necesaria para glorificar a Dios y cumplir nuestro propósito como Su iglesia. Solo una iglesia pura puede ser un faro de luz en un mundo que necesita desesperadamente el evangelio de Cristo.

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