El presbiprotestante
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February 3, 2025 at 04:49 AM
La Importancia de las Marcas de la Iglesia. ¿Qué hace que una iglesia sea fiel a Cristo y su evangelio, y por ende, sea una iglesia pura? La respuesta no está en su tamaño, popularidad, recursos, antigüedad, ni en la denominación a la que pertenece, sino en ciertas marcas esenciales que indican su pureza y fidelidad. Estas marcas actúan como un filtro para distinguir a una iglesia verdadera de una falsa. A través de la Confesión de Fe de Westminster, los Catecismos Mayor y Menor, las enseñanzas de Juan Calvino y, sobre todo, basadas en la Palabra de Dios, podremos conocer estas marcas fundamentales que son: 1. La predicación fiel de la Palabra 2. La correcta administración de los sacramentos 3. La disciplina eclesiástica bíblica 4. La pureza de la adoración pública Al estudiar estas marcas, también veremos los errores comunes que debilitan o corrompen a las congregaciones, promoviendo un llamado al autoexamen. 1. La Predicación Fiel de la Palabra de Dios La predicación de la Palabra es el corazón de la vida de la iglesia reformada; así como para el pentecostal lo es la música, y para el papista la eucaristía, para la iglesia reformada bíblica lo es la predicación de la Palabra de Dios en su culto público. La Escritura declara: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Esto enfatiza que la predicación debe basarse exclusivamente en el consejo completo de Dios, siendo fundamental para el crecimiento espiritual y la santificación del creyente. La Confesión de Westminster (21.5) señala que la principal parte de la adoración pública es la lectura de las Escrituras y la predicación fiel y poderosa del evangelio. Cómo No Debe Hacerse 1. Predicación centrada en el hombre: Cuando el mensaje se enfoca en motivación, autoayuda, entretenimiento o en la vida del predicador, en lugar de la gloria de Dios y el arrepentimiento de pecados. 2. Manipulación emocional: Usar historias conmovedoras o promesas vacías para controlar las emociones del oyente, en lugar de permitir que la Palabra hable por sí misma. 3. Sustitución de la predicación: Reemplazar la exposición bíblica por testimonios, actividades o cualquier otro elemento no demandado por Dios para el culto público. Errores Comunes: Mensajes vacíos que carecen de profundidad bíblica. Predicadores que buscan aprobación popular en lugar de fidelidad a la verdad. Falta de exposición sistemática de las Escrituras. Lo Correcto La predicación debe ser expositiva, centrada en Cristo y aplicada de manera práctica. Cada predicación debe confrontar el pecado, consolar al afligido y edificar al creyente (2 Timoteo 4:2). 2. La Administración Correcta de los Sacramentos Jesucristo instituyó el bautismo y la Cena del Señor como señales visibles del pacto de gracia. No son ceremonias vacías, sino medios de gracia que confirman nuestra fe y comunión con Cristo (Mateo 28:19-20; 1 Corintios 11:23-26). La Confesión de Westminster (27.2) señala que los sacramentos "son signos y sellos del pacto de gracia, instituidos directamente por Dios". Cómo No Deben Administrarse 1. Negación del bautismo a los hijos de creyentes: Contrario al principio del pacto (Génesis 17:7; Hechos 2:39). 2. Profanación de la Cena del Señor: Reemplazarla por eventos que distorsionan su propósito, o permitir su participación sin discernimiento. Errores Comunes Minimizar el valor del bautismo. Administrar la Cena del Señor sin autoexamen (1 Corintios 11:28). Tratar los sacramentos como eventos meramente simbólicos. Lo Correcto El bautismo debe ser administrado conforme al mandato de Cristo en la formula trinitaria, tanto para creyentes como para sus hijos (Mateo 28:19). La Cena del Señor debe celebrarse con reverencia, fe y autoexamen (1 Corintios 11:27-29), siendo ambos administrados por ministros debidamente ordenados. (Confesión de Fe, 27.4). 3. La Disciplina Eclesiástica Bíblica La disciplina es el mecanismo mediante el cual la iglesia mantiene su pureza, corrige el pecado y protege a la congregación de la corrupción doctrinal y moral. Jesús instruyó claramente sobre este tema en Mateo 18:15-17. La Confesión de Westminster (30.1) establece que Cristo ha dado a la iglesia el poder de la disciplina para la corrección y edificación. Cómo No Debe Practicarse 1. Ausencia total de disciplina: Ignorar el pecado para evitar conflictos (1 Corintios 5:1-2). 2. Legalismo opresivo: Ejercer disciplina de manera abusiva, sin gracia ni misericordia. 3. Favoritismo: Disciplinar a unos mientras se pasa por alto el pecado de otros (Santiago 2:1). Errores Comunes: Tolerancia al pecado en líderes o miembros influyentes. Disciplina motivada por venganza o control. Falta de restauración amorosa tras la corrección. Lo Correcto: La disciplina debe ser amorosa, justa y restauradora, buscando siempre la reconciliación del creyente con Dios y la iglesia (Gálatas 6:1). 4. La Pureza de la Adoración Pública En tiempos donde muchas iglesias han adoptado prácticas basadas en el entretenimiento, es crucial recordar que la adoración debe ser conforme a lo que Dios ha revelado en su Palabra. La Confesión de Westminster declara que la forma aceptable de adorar a Dios es instituida por Él mismo, y no debe ser inventada por el hombre. Cómo No Debe Hacerse: 1. Innovación sin fundamento bíblico: Introducir elementos que Dios no ha prescrito (Deuteronomio 12:32). 2. Adoración centrada en el espectáculo: Hacer del culto un evento para el entretenimiento. 3. Desorden y confusión: Prácticas caóticas que distraen del enfoque en Dios (1 Corintios 14:33, 40). Errores Comunes: Música que ensalza al hombre. Cultos desordenados y carentes de reverencia. Lo Correcto La adoración debe ser reverente, centrada en la gloria de Dios y conforme a las Escrituras, edificando a los creyentes y glorificando al Señor (Salmo 29:2). Conclusión: El Llamado al Autoexamen Las marcas de la iglesia no son solo criterios para identificar una congregación fiel, son un llamado al autoexamen constante. El apóstol Pablo exhorta: “Examinaos a vosotros mismos” (2 Corintios 13:5). ¿Se predica fielmente la Palabra de Dios? ¿Los sacramentos se administran correctamente? ¿Se practica la disciplina con amor y justicia? ¿Es nuestra adoración pura y conforme a la voluntad de Dios? Responder a estas preguntas con honestidad puede llevarnos a una reforma necesaria para glorificar a Dios y cumplir nuestro propósito como Su iglesia. Solo una iglesia pura puede ser un faro de luz en un mundo que necesita desesperadamente el evangelio de Cristo.
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