
El presbiprotestante
February 9, 2025 at 06:19 AM
¿Por qué las iglesias presbiterianas no crecen?
Las iglesias presbiterianas históricamente se han distinguido por su fidelidad doctrinal, profundidad teológica y una liturgia centrada en la Palabra de Dios. No por algo los grandes teólogos han salido de nuestras filas. Sin embargo, en muchas partes del mundo enfrentan una realidad inquietante: no solo no crecen, sino que en algunos casos están en decadencia. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no afrontar la realidad? Muchos esconden está realidad tras la cortina de "las iglesias sanas son pequeñas".
A continuación, algunas causas del porqué de esta situación, estás causas deben ser consideradas con seriedad y humildad:
1. No evangelizan: ¡El mandato olvidado!
Jesús fue claro: “Id y haced discípulos” (Mateo 28:19). Sin embargo, muchas iglesias presbiterianas actúan como si el evangelismo fuese opcional o lo relegan a actividades aisladas que deben cumplirse únicamente porque están en el calendario.
Defendemos con fuerza la soberanía de Dios en la salvación (Juan 6:44), pero olvidamos que Él usa medios, y ese medio es la proclamación del Evangelio (Romanos 10:14-17).
Sin evangelización, las bancas vacías no son misterio, sino consecuencia.
2. Mezclas raras: el culto reinventado
Algunas iglesias, en un intento desesperado por "retener" a sus "ovejas", han copiado estilos de culto más propios de otras herencias denominacionales, en algunos casos, emocionales. Se ha diluido nuestra liturgia reverente.
La Escritura es clara: Dios busca adoradores que le adoren “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23). Cuando el culto deja de estar centrado en Cristo y los elementos que él dejó como el canto con entendimiento, la Palabra y los sacramentos, pierde su razón de ser.
¿El resultado? Un culto que entretiene, pero no transforma. Y también, que muchos se terminan yendo porque la iglesia no tiene definida su identidad.
3. Separación de los niños: ¿Qué pensaban?
En muchas congregaciones, los niños son enviados a “clases infantiles” durante el culto. El mensaje implícito es claro: el culto no es para ellos. Sin embargo, la Biblia enseña que los hijos de los creyentes son parte del pacto de gracia (Génesis 17:7; Hechos 2:39), y que juntos, en una sola asamblea, honramos al Señor en su día.
Después, como crecen desconectados del culto, no es sorpresa que al llegar a la adultez, y no pueden estar en sus salones, abandonen la iglesia porque "se aburren".
La solución no es esconderlos en salones apartados, sino instruirlos y guiarlos dentro del mismo culto público del pueblo de Dios (Efesios 6:4).
Dios nos ha dado a un ministro para impartir la palabra del Señor en su día. Además, la confesión de fe de Westminster dice que la iglesia la conforman los padres junto con sus hijos.
4. El veneno del liberalismo: la dilución del Evangelio
Algunas iglesias presbiterianas han abrazado un pensamiento liberal que niega verdades esenciales de la fe: la autoridad de las Escrituras, la deidad de Cristo y la realidad del pecado.
¿Qué queda cuando el Evangelio se diluye? Solo filosofía moral vacía. Pablo advirtió: “Vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina” (2 Timoteo 4:3). Ese tiempo está en algunas congregaciones.
5. Libertinaje disfrazado de gracia
La gracia no es una licencia para pecar. Sin embargo, algunas iglesias han caído en una actitud antinomiana, tolerando el pecado abierto en nombre de la "libertad cristiana."
La Biblia es clara: “¿Persistiremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera” (Romanos 6:1-2). Una iglesia que no busca la santidad pierde su testimonio ante el mundo.
Por ello muchos verdaderos creyentes salen huyendo de esas iglesias.
6. La decepción tras el “boom” del calvinismo
En la última década, hubo una ola de redescubrimiento del calvinismo, especialmente entre jóvenes sedientos de verdad, cansados de mensajes superficiales y experiencias huecas. Muchos llegaron a las iglesias presbiterianas buscando una iglesia sana, firme en doctrina y fiel a las Escrituras.
¿Qué encontraron? En no pocos casos, algo totalmente diferente:
Cultos vacíos de reverencia.
Iglesias sin predicación expositiva fiel.
Congregaciones que han olvidado su herencia reformada.
Esta decepción ha hecho que muchos regresen a sus contextos anteriores, abandonen la búsqueda de una comunidad reformada, y la más común, irse a iglesias bautistas de legado confesional.
El problema del crecimiento no se resuelve copiando estrategias modernas ni buscando ser más "atractivos." La solución es una vuelta a nuestra identidad.
Evangelizar con valentía.
Mantener un culto centrado en la gloria de Dios.
Incluir a nuestros hijos en la adoración.
Defender la autoridad de las Escrituras.
Buscar la santidad con celo.
Cuando la iglesia busca glorificar a Dios y no agradar a los hombres, podemos confiar en que Él añadirá a su iglesia los que han de ser salvos (Hechos 2:47). El crecimiento verdadero no depende de estrategias humanas, sino de la fidelidad a Cristo y su Palabra.
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