
El presbiprotestante
February 19, 2025 at 05:32 PM
¿Qué dice la confesión de fe de Westminster? Resumen: cap. 11 al 15.
Capítulo Once:
De la justificación.
P.1: A quienes Dios llama eficazmente, Él los justifica de forma gratuita. Les perdona sus pecados y los considera justos, todo gracias a lo que hizo Cristo. La fe no es considerada como una "justicia" por sí misma, sino que se les imputa la obediencia de Cristo, porque ellos creen en Él y confían en su justicia, y esa fe es un regalo de Dios.
P.2: La fe es el único medio a través del cual una persona es justificada, ya que recibe a Cristo y confía en Su justicia. Sin embargo, la fe nunca está sola en la persona justificada, ya que siempre va acompañada de otras gracias salvadoras. Además, no es una fe muerta, sino una fe viva que se manifiesta en el amor.
P.3:Por medio de su obediencia y muerte, Cristo pagó por completo la deuda de los que serían justificados, y cumplió perfectamente lo que se requería para satisfacer la justicia de Dios a favor de ellos. Todo esto fue hecho por pura gracia, sin que los justificados hicieran algo para ganárselo, y de esta forma, se glorifica tanto la justicia de Dios como su gracia.
P.4: Dios decidió desde toda la eternidad justificar a los elegidos. En el tiempo indicado, Cristo murió por sus pecados y resucitó para su justificación. Sin embargo, no se considera que estén justificados hasta que el Espíritu Santo les aplique realmente los beneficios de la obra de Cristo en su momento.
P.5: Dios sigue perdonando los pecados de aquellos que ya han sido justificados. Aunque nunca pierden su estado de justificación, por sus pecados pueden estar bajo el desagrado del Padre, y podrán salir de ese estado cuando se arrepienten, confiesan sus pecados y renuevan su fe.
P.6: En el Antiguo Testamento, la justificación de los creyentes era idéntica a la de los creyentes en el Nuevo Testamento. La forma en que Dios justificaba a los creyentes no ha cambiado. (Mediante la fe en el Cristo)
Capítulo Doce: De la adopción
P.1: A todos los que son justificados, Dios les da la gracia de ser adoptados como hijos a través de Jesucristo. Gracias a esta gracia, los justificados son aceptados como hijos de Dios, disfrutan de sus privilegios y tienen la libertad de acercarse a Él como su Padre. Son cuidados y corregidos por Dios como un padre amoroso, pero nunca son rechazados y tienen la seguridad de heredar la salvación eterna.
Capítulo Trece: De la santificación.
P.1: Los que son llamados y regenerados por Dios, reciben un nuevo corazón y un nuevo espíritu. Son santificados gracias a la muerte y resurrección de Cristo, y por medio de la Palabra y el Espíritu que mora en ellos. El poder del pecado en ellos se debilita y los deseos pecaminosos son vencidos cada vez más, mientras crecen en santidad para poder ver al Señor.
P.2: La santificación abarca completamente a la persona, pero no es incompleta en esta vida. Aún persisten rastros de corrupción, lo que provoca una lucha constante entre los deseos de la carne y los del Espíritu.
P.3: Aunque la corrupción a veces parece ganar, la parte regenerada vence con la ayuda del Espíritu Santo, y los creyentes crecen en gracia y santidad, perfeccionando su vida en el temor de Dios.
Capítulo Catorce: De la fe salvadora.
P.1: La fe, que permite a los elegidos creer para la salvación, es obra del Espíritu Santo en sus corazones, a través de la predicación de la Palabra. Además, la fe se fortalece y aumenta por medio de los sacramentos y la oración.
P.2: A través de esta fe, el cristiano cree que todo lo revelado en la Palabra es verdadero, ya que es la autoridad misma de Dios. La fe lleva a obedecer los mandamientos, temer las amenazas de Dios y aceptar Sus promesas. Los actos principales de la fe son aceptar, recibir y descansar solo en Cristo para la justificación, santificación y vida eterna, según el pacto de gracia.
P.3: La fe puede ser débil o fuerte, y a menudo es atacada y debilitada, pero siempre vence. En algunos, crece hasta alcanzar una seguridad completa, por medio de Cristo, quien es el autor y perfeccionador de la fe.
Capítulo Quince: Del arrepentimiento para la vida eterna
P.1: El arrepentimiento para la vida es una gracia evangélica que debe ser predicada por todos los ministros del Evangelio, al igual que la fe en Cristo.
P.2: El arrepentimiento implica que el pecador, al ver el peligro y la maldad de sus pecados, se entristezca y los aborrezca, reconociendo su oposición a la ley de Dios. Al comprender la misericordia de Dios en Cristo, renuncia a sus pecados y se vuelve hacia Dios, buscando vivir conforme a Sus mandamientos.
P.3: Aunque el arrepentimiento no es la causa del perdón (que es por la gracia de Dios en Cristo), es esencial para todos los pecadores, ya que nadie puede ser perdonado sin él.
P.4: No hay pecado tan pequeño que no merezca condenación, y ningún pecado tan grande que condene a quienes se arrepienten sinceramente.
P.5: El arrepentimiento no debe ser general, sino que cada persona debe arrepentirse de sus pecados particulares.
P.6: Toda persona debe confesar sus pecados a Dios en privado, pidiendo perdón y apartándose de ellos para hallar misericordia. Si alguien ofende a otro, debe también declarar su arrepentimiento a la persona ofendida, y esta debe recibirlo con amor y reconciliarse con él.
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