Y cómo empezar… Manipulación. Admito que no estoy exento de culpa. Más de una vez moví las piezas a mi favor, tejiendo hilos invisibles para que la gente hiciera exactamente lo que yo deseaba, persiguiendo un beneficio que, al final, solo era mío. Pero dime… ¿Acaso no lo compartí con ustedes? ¿Fui tan vil como para hacer sufrir a los que me rodeaban sin jamás disculparme? ¿Cuál es la diferencia, entonces? Ustedes manipulan con odio. No lo justifico, pero si poner una mirada triste para obtener unas monedas y poder comer es más honesto que manipular un corazón, hacerlo creer que es amado solo para abandonarlo en ruinas… eso es otro nivel de crueldad. No culparé a nadie por lo que me ha sucedido. Pero, como ya dije una vez, no me costará dejarte ir. No me costará aceptar tu partida. No después de que ella se fue. Porque por más que lo intente, hasta mi madre lo dijo: "No olvidarás aquello que amaste, pero vivirás y lo llevarás contigo." Siento enojo. Podría escribir con ira, maldecir a diestra y siniestra, pero no. Me autolimito, no porque falten palabras, sino porque no deseo herir más. Aun así, mis palabras están vacías. Nadie siente ya. Y cuando muera, dime, ¿quién vendrá entonces? ¿Quién regresará, por fin? Tal vez tú, la que rompió mi corazón y me dijo que no era nada. A ti te dedico mis palabras. Que queden grabadas o que se las lleve el viento, poco importa. En mi mente y en mi recuerdo permanecerán, en ese cerebro del cual te burlaste, en esa mente con sus grietas y sombras, la misma que olvida todo… excepto tu rostro y tus palabras. Al final, tú eres la buena. Y yo, yo no soy como tú. Te has ido hoy… Y aún así, te adoro. Solo quisiera saber… ¿Qué te hace pensar que soy especial?