
It's me, the thinker
June 5, 2025 at 01:01 AM
¿Y...? ¿Qué ha pasado?
¿Aún recuerdas mi rostro?
¿Aún puedes salvarte?
¿Cómo están tus brazos...?
¿Cansados, verdad?
Sigues cavando ese hoyo,
día tras día,
como si quisieras enterrarte vivo.
¿Hasta cuándo, dime...?
¿Hasta cuándo callarás?
¿Cuándo dejarás de usar el silencio como escudo
y comenzarás, por fin, a gritar?
¿Es que no lo ves?
¿No comprendes que lo que haces,
lo que te permites,
te está destruyendo?
Y ahora...
Ahora vengo a hablar.
A decirlo todo,
sin adornos, sin titubeos.
¿Por qué tendría que ser suave,
delicado,
casi como si las verdades se dijeran
con pétalos en vez de acero?
¿Acaso las guerras se ganan
con el filo de una caricia?
No.
El filo de mi espada no fue hecho
para las sutilezas.
Y si en la guerra no hay perdón
cuando dos bandos colisionan,
¿por qué habría de mostrar piedad
ante tu cobardía disfrazada de necesidad?
Hay actitudes que me repelen.
Como cuando te acercas a mí,
con palabras dulces,
y me llamas "bueno",
"empático",
"alguien que ayuda".
Déjame ser claro:
Tu actitud es repulsiva
si pretendes cargarme con tus escombros emocionales.
No me pertenecen.
Hazte grande.
Libra tus propias guerras.
Esa es la verdad.
Los niños crecen.
Y con el paso inevitable del tiempo,
se convierten en adultos.
Y aunque tiemblen,
no pueden escapar.
Las guerras llegarán.
Y cuando lo hagan,
desearás haber estado preparado.
Pero dime, ¿cómo piensas estarlo
si sigues comportándote como un niño
sin causa,
esperando protección divina?
¿Y qué esperas de mí...?
¿Que te salve?
¿Que te abrace mientras el mundo te aplasta?
Lo sé.
Sé que da miedo.
Pero no puedo evitar sentir pena
por quienes esperan que la vida les sea servida
en bandeja de plata
sin mover un dedo por sobrevivir.
¿Y cuál es el sentido, entonces,
de que yo me preocupe por ti,
si sé que no estás preparado para luchar?
¿Por qué habría de emplear
mi tiempo más valioso
en enseñarte aquello que la vida,
con todos sus golpes,
ya intentó mostrarte
y tú, en tu ceguera,
rechazaste?
Preferiste seguir
bajo el ala protectora de tu madre,
negándote a crecer.
¿Cuál es el punto...?
Tal vez esto no sea más que un desahogo.
Una confesión
de que, aunque mis escritos suelen ser románticos
o trágicamente bellos,
éste...
este lleva un fuego distinto:
un odio leve,
una náusea ante la injusticia
de cargar con lo que no me corresponde.
Fue tu actitud
la que me empujó a escribir esto.
Esa parte tuya que detesto,
que niegas,
pero que anhelas.
Y aún así...
hay algo en mí
que no puede culparte del todo.
Si necesitas actuar así,
si vivir de esa manera te da paz,
hazlo.
No soy yo quien habrá de detenerte.
Pero tampoco me culpes por ser el adulto
que lo protege todo,
aunque salga herido.
Yo he elegido mi destino.
He abrazado mi justicia.
Y tú...
tarde o temprano aprenderás.
Y ya no será con las suaves lecciones de la vida.
No.
Será cuando ella cierre el puño,
y tú sangres.
¿Y quién estará allí, entonces?
Tal vez yo,
mirándote desde la grada,
mientras el público observa con empatía
tu caída.
Y si una mano mía se rompe...
extenderé la otra.
☀
1