
La rueda de la historia📚
May 29, 2025 at 11:01 PM
Año 1336. El rey Luis de Baviera dictó una sentencia implacable: Dietz von Schaunburg y cuatro de sus hombres debían morir por rebelión. El castigo sería la decapitación. Pero antes de la ejecución, el rey, siguiendo una antigua costumbre, ofreció a Dietz un último deseo.
El noble pidió algo insólito.
Dijo: “Si mi cuerpo, ya sin cabeza, logra correr junto a mis compañeros condenados, quiero que sean perdonados”.
El rey rió ante semejante disparate, pero accedió. Aquello parecía una locura sin consecuencias.
Dietz colocó a sus amigos en fila, separados por ocho pasos exactos. Luego se arrodilló ante el verdugo.
La espada cayó. Su cabeza rodó.
Y entonces ocurrió lo imposible.
El cuerpo decapitado de von Schaunburg se levantó de un salto. Avanzó corriendo, como impulsado por la voluntad que ya no podía pensar. La sangre brotaba como una bandera trágica mientras pasaba, uno a uno, frente a sus compañeros.
Dio más de 32 pasos antes de desplomarse.
El silencio fue total.
Y el rey, fiel a su palabra, concedió el perdón.
Desde entonces, muchos recordaron esa escena como una mezcla de leyenda, honor y el último acto de valor más allá de la muerte.