INFO.GOX.ORTHODOXY
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May 17, 2025 at 12:01 PM
*_La Santísima Virgen Pelagia_* *Conmemorado el 4 de Mayo* La Santa Virgen Pelagia vivió durante el siglo III en la ciudad de Tarsis, en el distrito de Cilicia, en Asia Menor. Era hija de ilustres paganos y, al escuchar la predicación de sus conocidos cristianos sobre Jesucristo, el Hijo de Dios, creyó en él y deseó preservar su castidad, dedicando toda su vida al Señor. El heredero del emperador Diocleciano (un joven adoptado por él), al ver a la doncella Pelagia, quedó cautivado por su belleza y quiso tomarla por esposa. Pero la santa virgen le dijo al joven que estaba comprometida con el Esposo Inmortal, el Hijo de Dios, y que, por lo tanto, había renunciado al matrimonio terrenal. Esta respuesta de Pelagia causó gran ira en el joven imperial, pero decidió dejarla en paz por un tiempo, con la esperanza de que cambiara de opinión. Mientras tanto, Pelagia convenció a su madre para que la enviara con su nodriza, quien la había criado de niña, con la secreta esperanza de encontrar al obispo de Tarsis, Klinon, quien había huido a una montaña durante la persecución contra los cristianos, y de aceptar el Santo Bautismo de manos de él. En una visión onírica, se le apareció la figura del obispo, Klinon, que quedó profundamente grabada en su memoria. Santa Pelagia partió hacia su nodriza en un carro, con ricas ropas y acompañada de un séquito de sirvientes, tal como su madre le había deseado. En el camino, por una disposición particular de Dios, se encontró con el obispo Klinon. Pelagia reconoció de inmediato al obispo, cuya imagen se le había aparecido en el sueño. Cayó a sus pies, pidiendo el bautismo. Ante la oración del obispo, brotó de la tierra un manantial de agua. El obispo Klinon hizo la señal de la cruz sobre Santa Pelagia, y durante el misterio (sacramento), aparecieron ángeles y cubrieron a la elegida de Dios con un manto resplandeciente. Tras comulgar con la piadosa virgen los Santos Misterios, el obispo Klinon se elevó en oración de acción de gracias al Señor junto con ella y la despidió para que continuara su viaje. Al regresar con los sirvientes que la esperaban, Santa Pelagia les predicó acerca de Cristo, y muchos se convirtieron y creyeron. Intentó convertir a su propia madre a la fe en Cristo, pero la obstinada mujer envió un mensaje al joven imperial: Pelagia era cristiana y no deseaba ser su esposa. El joven comprendió que Pelagia estaba perdida para él y, no queriendo entregarla al tormento, se abalanzó sobre su espada. La madre de Pelagia, temerosa de la ira del emperador, ató a su hija y la condujo a la corte de Diocleciano, acusándola de ser cristiana y, además, la probable causa de la muerte del heredero al trono. El emperador, cautivado por la inusual belleza de la doncella, intentó apartarla de su fe en Cristo, prometiéndole todas las bendiciones terrenales y convertirla en su propia esposa. Pero la santa doncella rechazó la oferta del emperador con desprecio y dijo: «Estás loco, emperador,Diciéndome semejantes palabras. Debes saber que no cumpliré tus órdenes y que aborrezco tu vil matrimonio, pues tengo un Esposo: Cristo, el Rey del Cielo. No deseo tus coronas imperiales, mundanas y efímeras, pues mi Señor en el Reino Celestial me ha preparado tres coronas imperecederas. La primera, por la fe, pues he creído con todo mi corazón en el Dios Verdadero; la segunda, por la pureza, porque le he confiado mi virginidad. El tercero, el martirio, pues quiero aceptar por Él todo sufrimiento y ofrecer mi alma por amor a Él. Diocleciano condenó entonces a Pelagia a ser quemada en un horno de cobre al rojo vivo. Sin permitir que los verdugos tocaran su cuerpo, la santa mártir, santiguándose, entró con una oración en el horno al rojo vivo, donde su carne se derritió como mirra, llenando de fragancia toda la ciudad. Los huesos de Santa Pelagia permanecieron intactos y fueron trasladados por los paganos a las afueras de la ciudad. Cuatro leones surgieron entonces del desierto y se sentaron alrededor de los huesos, sin dejar que ni aves ni fieras los alcanzaran. Los leones protegieron los restos de la santa hasta que el obispo Klinon llegó al lugar. Los recogió y los enterró con honor. Durante el reinado del emperador Constantino (306-337), cuando cesaron las persecuciones contra los cristianos, se construyó una iglesia en el lugar de sepultura de Santa Pelagia.
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