¿Cuál es la diferencia entre un mal monje y un buen monje? Palabra de San Efraín. Así como un árbol joven necesita apoyo para crecer mejor y no ser arrastrado por el viento hacia un lado u otro, así también un joven monje, para establecerse en el bien y huir del mal, necesita apoyo e instrucciones sobre cómo debe vivir, qué hacer, qué evitar y qué no hacer. Y, basándonos en lo dicho, ofrecemos hoy esta instrucción a los monjes. Que escuchen con atención lo que decimos. ¿De qué debe huir un monje y a qué debe aferrarse? San Efraín dice: «Oh, amigo, has rechazado el mundo: ¿por qué buscas la paz mundana? El Señor te llamó a la tristeza, pero tú buscas consuelo; te llamé a la desnudez, pero tú buscas vestiduras preciosas; te llamé a la sed, pero tú deseas platos suntuosos. Fuiste llamado a la guerra, pero quieres luchar sin armas. Estás llamado a la vigilia, pero no duermes lo suficiente; yo fui llamado a llorar y sollozar, pero tú juegas y ríes. Fuiste llamado a amar, pero odias a tu hermano; yo estoy llamado a la humildad, pero contradices a todos. El Señor te ha llamado heredero del Reino de los Cielos, pero tú piensas en las cosas de la carne». De aquí se desprende claramente de qué debe huir un monje, y al mismo tiempo hay una indicación de cómo es un mal monje. Veamos ahora a qué debe adherirse un monje. El mismo San Efraín continúa: «Un monje que ha adquirido paciencia triunfa en todas las virtudes; se regocija en las penas y es magnánimo en los problemas; en la adversidad se regocija, está dispuesto a obedecer, está lleno de amor, en la aflicción alaba, cuando se le reprocha se humilla, en el silencio es valiente, en el canto sin pereza, es perseverante en el ayuno, es diligente y paciente en la oración, es alegre en los servicios, es firme en los problemas, es juicioso en las respuestas, es trabajador en la vida, es amable con los hermanos, es agradable en las conversaciones, es centrado en las vigilias, calma a los extraños, apoya a los débiles, saluda a todos primero y es cuidadoso en el razonamiento. ¡Tal es el que ha adquirido paciencia!» Aquí hay una indicación clara de lo que un monje debe respetar, así como de lo que es un buen monje. Así pues, hermanos, se ha dicho acerca de aquello de lo que un monje debe huir y a lo que debe aferrarse; Por cierto, también se dijo de la diferencia entre un mal monje y uno bueno. Y queda concluir el discurso. ¿Cómo lo concluiremos? Con las palabras del mismo Efraín, que deben ser de mucho consuelo para vosotros, y como todo lo que dijo, también instructivas. Escuche lo que dice el monje como conclusión. ¡Bienaventurado el que aborrece la vida carnal y conversa sólo con Dios! Bienaventurado el que vive en la tierra como un ángel y, como el serafín, tiene siempre un pensamiento puro. ¡Bienaventurado el que piensa en el día del juicio y lava sus pecados con lágrimas de arrepentimiento! ¡Bienaventurado aquel que, por agradar al Señor, se libera de las cosas vanas del mundo! ¡Bienaventurado aquel que logra el éxito en la abstinencia y en el trabajo monástico! Bienaventurado el que pone cuidado a sus labios. ¡Bienaventurado el que odia el pecado y ama la virtud! ¡Bienaventurado el que ama más a Dios! ¡Bienaventurado el que vence sus pasiones con lágrimas! Bienaventurado el que vende todas sus posesiones y compra la perla celestial: Cristo. A Él sea la gloria, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.