
El presbiprotestante
June 14, 2025 at 05:41 AM
¿Futuras conversiones masivas de judíos?
Sí, debo decirlo: los primeros reformados creían en un futuro "avivamiento" de los judíos, es decir, una conversión masiva de ellos al final de los tiempos. Y no solo lo creían de manera personal, sino que lo dejaron registrado en nuestros símbolos doctrinales. El Catecismo Mayor, en la Pregunta 191, al explicar qué pedimos en la segunda petición del Padre nuestro (“Venga tu Reino”), dice que oramos, entre otras cosas, para que:
> “el reino del pecado y de Satanás sea destruido, y que el evangelio se propague por todo el mundo, QUE LOS JUDÍOS SEAN LLAMADOS”.
Ahora bien, aunque yo no soy posmilenial, reconozco que (para mí) desde la postura posmilenial —que era la predominante entre los teólogos reformados del siglo XVI y XVII— esto tiene mucho más sentido. Porque en esa cosmovisión, el Reino de Cristo avanza, el Evangelio se propaga con poder, y se espera un tiempo glorioso donde todas las naciones serán alcanzadas en gran medida. En ese contexto, la conversión de los judíos no es una anomalía ni una excepción, sino una parte gloriosa del triunfo del Reino de Dios. Es la postura del dominio.
Sin embargo, esto que creían nuestros hermanos no debe llevarnos a aceptar las pretensiones que el evangelicalismo moderno les concede a los judíos, con el dispensacionalismo como telón de fondo, ni mucho menos las concesiones de Roma al llamarlos “hermanos mayores”.
Lo que los Reformadores creían al respecto no estaba desligado de la Iglesia. No lo veían como un plan paralelo o alterno. No creían que Dios habría de quitar a la Iglesia del escenario para entonces volver a tratar con “su pueblo terrenal”. Ellos sabían que Dios de ambos pueblos hizo uno solo:
> “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación... para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.” (Efesios 2:14-15)
Por eso, cuando pedían orar por su conversión, no estaban solapando su incredulidad ni otorgando legitimidad a su religión presente. No les decían “sigan así, ustedes son el pueblo de Dios”. No. Lo que enseñaban es que, para que un judío sea salvo, debe creer en Cristo. Punto. Debe estar en esta administración del Pacto de Gracia, ya que el anterior fue abolido:
> “Diciendo: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (Hebreos 8:13)
> “Pero Cristo, habiendo venido ya el sumo sacerdote de los bienes venideros... por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” (Hebreos 9:11-12)
Tampoco creían en un milenio futuro reservado para los judíos. Lo que creían era que Cristo ya reina, y que todo aquel que quiera reinar con Él —judío o gentil— debe unirse a Él por la fe, no por su linaje ni por su etnia.
Así que debemos ser claros: todo aquel que rechaza a Cristo está en una religión apóstata y enemiga del Evangelio. Cristo mismo les dijo:
> “Vosotros sois de vuestro padre el diablo.” (Juan 8:44)
Pablo los llama:
> “enemigos por causa del evangelio.” (Romanos 11:28)
El Apocalipsis habla de:
> “la sinagoga de Satanás.” (Apocalipsis 2:9; 3:9)
Y en Filipenses 3:2 dice:
> “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.”
No son nuestros hermanos mayores. Son anticristos:
> “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.” (1 Juan 2:22)
Así que no, la futura conversión de los judíos no contradice esta realidad presente. La agrava. Porque su apostasía es más grave por haber tenido tanta luz. Y si un día llegan a la fe, no será por una restauración étnico-nacional, ni por reconstrucción del templo (porque ese templo es Cristo), ni por sacrificios levíticos, sino por creer en el Cordero de Dios que ya fue ofrecido una vez para siempre. De hecho, todo eso también está en nuestra Confesión de Fe de Westminster: todo eso fue abolido, según nuestras Escrituras:
> “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios... Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:12,14)
Cristo tiene una sola esposa, un solo pueblo, un solo rebaño y una sola esperanza. Y todos —judíos y gentiles— son salvos por gracia, mediante la fe, en el mismo Evangelio.
Fuera de eso, solo hay condenación.

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