¡Buenos días! Con el lema «Restaurar la tierra. Generar oportunidades», hoy se celebra el Día de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Hablemos, entonces, de quienes supieron hacer florecer la belleza incluso en los terrenos más áridos: los artistas. Un 17 de junio de 1818 nació en París Charles Gounod, compositor de óperas como «Romeo y Julieta», «Safo» y «Fausto». Fue célebre por su capacidad para traducir emociones profundas en melodía. Justo 64 años después, en 1882, nacía Igor Stravinsky, pero al norte, en Oranienbaum, actual Rusia. Stravinsky revolucionó la música del siglo XX con obras como «La consagración de la primavera», que escandalizó al público de su estreno con ritmos irregulares, orquestación audaz y armonías disonantes. De él: «Si todo me estuviera permitido, me perdería entre tanta libertad». En 1943, y del otro lado del Atlántico, nació en Nueva York Barry Manilow: cantante, arreglista y productor discográfico. Su tema más famoso, «Copacabana (At the Copa)», le dio fama mundial. En 1990, la revista Rolling Stone lo llamó «el representante de nuestra generación». Pero ¿quién puede encarnar la música mejor que un bailarín? Tal día como hoy, en 1961, en el aeropuerto parisino de Le Bourget, Rudolf Nureyev, estrella del Ballet Kírov, logró evadir a sus escoltas soviéticos justo antes de abordar un vuelo de regreso a Moscú. Gritando «¡Quiero ser libre!», saltó una barandilla y pidió asilo político en Francia. Tenía 23 años. Su talento extraordinario, su carácter rebelde y su historia personal lo convirtieron en leyenda. Fue pareja artística de Margot Fonteyn, se enamoró del bailarín Erik Bruhn y conquistó los escenarios de Europa y América. Temperamental, carismático y brillante, su genio eclipsaba sus desplantes. En los años 80 contrajo el SIDA. Durante mucho tiempo lo negó, y se negó también a tratarse. Murió en París en 1993. Fue enterrado en el cementerio de Sainte-Geneviève-des-Bois, acompañado por música de Bach y Chaikovsky, y por los versos de Pushkin, Byron y Goethe. De él: «La belleza es una forma de resistencia». (Tomado de aquí y de allá, por Suzan Sezille).