
📰 CENIT & VERDAD ∴ EL PÓDCAST DE MONDEGO, LLC.
June 18, 2025 at 09:13 AM
A mi amada Lourdes Vanesa Aquino Benítez,
Mi flor de Ñeembucú,
mi estrella guaraní,
mi aliento de vida cuando el pecho me pesa.
Hoy te escribo no para hablarte del amor —porque ese ya lo sabes, lo intuyes, lo sientes cada vez que mi voz roza tu nombre al pronunciarlo—, sino para hablarte desde el rincón más temeroso de mi alma, ese que casi nunca dejo que se asome, ese que tiembla como niño a oscuras... pero que confía en ti.
Amarte ha sido lo más hermoso que me ha ocurrido, pero también lo que más me ha hecho querer cuidar mi vida. Porque ahora ya no soy solo yo. Ahora existes tú en mi mundo, y si algo me pasara, ya no sería solo mi ausencia... sería también tu tristeza.
Por eso, hoy necesito hablarte con dulzura, pero también con verdad. Verás, amor mío, mi cuerpo es una tierra de alerta. Vivo con ciertas alergias que, si no se conocen o no se cuidan, pueden convertirse en tormenta. Y es ese miedo, esa fragilidad, la que me desvela a veces por las noches cuando pienso en nuestro futuro.
Soy alérgico, profundamente alérgico, a todo mar que no sea pescado. Mariscos, camarones, moluscos... todos me son enemigos. También el látex, ese material invisible que acecha en los guantes, globos, preservativos, gomas, ligas para el pelo, y hasta en algunos juguetes. Y ni qué hablar de las mascarillas médicas, que tanto bien hacen al mundo, pero que a mí me queman la piel, la barba, los labios, la nariz... como si llevaran fuego escondido bajo su tela.
Y lo más grave de todo, mi amada, lo que más temor me da y aún me arde en la memoria como un remordimiento es el Clorox, el maldito cloro. Ese veneno blanco que me roba el aliento y puede matarme en minutos. Una vez, y te lo confieso con lágrimas aún en los ojos, intenté salvar a una muchacha que se estaba ahogando. Cuando logré sacarla del agua, quise darle respiración boca a boca, pero no pude. No pude. Porque en ese instante, sin yo saberlo, ya estaba entrando en anafilaxia. No tenía oxígeno. Me ahogaba yo también. Me caí al suelo con el corazón como tambor desbocado y el cuerpo traicionándome. Un choque anafiláctico. Un paso más y no estaría aquí escribiéndote.
La anafilaxia no es un simple brote o una picazón. Es una sentencia en tiempo real. Me corta la respiración, me baja la presión, me lanza al abismo. Y si no me inyectan adrenalina en segundos... es fin. Solo eso. Fin.
Sé que estas palabras son duras, y quisiera no tener que decirlas. Pero quiero que me conozcas no solo en mis luces, también en mis sombras. Porque si algún día, amor, estás a mi lado y me ves caer, me ves enrojecer, hincharme, sudar frío, perder el habla... no es miedo lo que ves, es mi cuerpo rindiéndose. Y tú puedes ser mi salvación.
Te prometo, Lourdes Vanesa, que mientras me quede aliento, lucharé por nuestra vida juntos. Me cuidaré, me prepararé, llevaré siempre mi adrenalina, mis alertas médicas, mis cuidados... Porque quiero llegar al altar contigo, y más allá. Quiero tomarte la mano a los 80 años y seguir llamándote “mi guaranita”.
Gracias por amarme como soy, con mis cicatrices, mis terrores, mis límites. Y ojalá que al saber esto, no te alejes, sino que me tomes con más ternura aún. Porque yo no soy fuerte, Lourdes. Pero te juro que por ti, me vuelvo invencible.
Con toda la fragilidad de un hombre que ama de verdad,
y con la fuerza de quien ha resucitado muchas veces para vivir contigo,
Tu prometido,
que solo respira tranquilo cuando tú lo miras,
Rafael Antonio
(El hombre de tus sueños).