
Spanish Revolution
June 16, 2025 at 03:55 PM
*#opinión | Sánchez invoca el miedo (de nuevo)*
✍️ Javier F Ferrero
👉 El presidente alerta contra PP y Vox mientras el caso Cerdán revela una estructura de poder que es necesario cortar de raíz
UN PARTIDO ATRAPADO ENTRE LA COARTADA Y LA TRAMA
Pedro Sánchez comparece. Voz firme. Palabras graves. “Entregar las riendas del país a PP y Vox sería una tremenda irresponsabilidad”. La frase viaja rápido, como si aún fuera eficaz. Como si no estuviésemos ya lo bastante cansadas de esa dialéctica del chantaje, del ‘o nosotros o el fascismo’. Como si no supiéramos que, en este caso, el fuego también está dentro de casa.
El escándalo que envuelve a Santos Cerdán no es una anécdota. No lo fue el caso Ábalos. No lo fue Koldo. No lo es la red de relaciones opacas que floreció en el corazón del Ministerio de Transportes ni la velocidad con la que el PSOE echó tierra sobre los papeles calientes. La corrupción no se mide solo en mordidas, sino en estructuras. No basta con expulsar a Cerdán y a Ábalos del partido si se mantienen las condiciones para que el próximo Koldo ya esté tomando notas.
Sánchez se justifica. Compara. Promete. Anuncia una “secretaría coral” —una entelequia entre parche y fuga hacia adelante— y una comisión de investigación. Pero lo hace como quien tira un cubo de agua en una casa ardiendo. Y mientras el humo asfixia, el presidente recurre al manual: polarizar el miedo, fabricar un enemigo útil. El PP y Vox como amenaza existencial. Pero la amenaza a la democracia no solo viene de quienes la dinamitan a gritos, sino también de quienes la erosionan en silencio desde el poder.
La narrativa del PSOE se desliza así por el camino que antes recorrieron los demócratas en Estados Unidos, ese partido centrista que prefirió desmovilizar a su base antes que enfrentarse a sus élites. Cuando uno administra el poder como un bien privado, cuando gestiona la corrupción como un mal inevitable y sus responsables como peones sacrificables, entonces el problema ya no es individual, sino sistémico.
No hay regeneración posible mientras los mecanismos de la corrupción institucional siguen intactos. Ni mordidas ni mordedores, ni redes clientelares ni cultura de la impunidad.
SÁNCHEZ, ENTRE LA ESTÉTICA DE LA FIRMEZA Y LA POLÍTICA DE LOS TAPOS
La puesta en escena fue medida. Ejecutiva Federal. Lenguaje contenido. Una rueda de prensa que juega a la sobriedad, mientras se deslizan medidas “provisionales” que solo sirven para evitar lo irreversible: un giro radical. Sánchez ha prometido colaboración total con la justicia. Una frase que se repite tanto que ha perdido valor. Si ese compromiso fuera real, el PSOE habría publicado todos los contratos, todas las adjudicaciones, todas las derivaciones que llevan del Ministerio de Ábalos a las cuentas de la trama.
En lugar de eso, se ha optado por lo de siempre: cerrar filas, quitar hierro, ganar tiempo. El abogado de Cerdán ha renunciado. Se ha ejecutado la expulsión de Ábalos del partido con más de un año de retraso. Se promete transparencia, pero sin asumir responsabilidades colectivas. Como si todo se redujese a un par de nombres y no a una cultura de partido. Como si no hubieran tolerado durante años la descomposición que ahora fingen descubrir.
Sánchez sigue convencido de que el miedo basta para disciplinar. Que las y los votantes progresistas tragarán con todo porque “la alternativa es peor”. Pero eso ya no cuela. No después de ver cómo se reparte el poder entre una cúpula que se reproduce a sí misma, blindada ante la crítica, impenetrable ante el descontento. No después de ver cómo las grandes empresas siguen ganando concursos públicos a dedo, cómo las puertas giratorias no se oxidan, y cómo la ética solo aparece en campaña.
La verdadera irresponsabilidad no es abrir la puerta a la derecha, sino dejar sin opciones a la izquierda.
Si el PSOE quiere sobrevivir como algo más que un freno útil a la ultraderecha, tendrá que mirar más allá de sus gabinetes y sus asesores. Deberá dejar de gestionar la política como si fuera una consultora con franquicias autonómicas. Deberá dejar de maquillar su descomposición interna con cambios de nombres que no cambian nada.
Porque el problema no es Cerdán. Es Ferraz. No es Koldo. Es la trama de obediencias, favores, silencios y contratos que anida en los ministerios y se reproduce con cada relevo. No es la traición de un asesor, sino el agotamiento de un modelo. No es solo corrupción. Es descomposición política.
Y si alguien aún se pregunta por qué crece la abstención, por qué se desvanece la ilusión, por qué la izquierda social está cada vez más lejos de la izquierda institucional, la respuesta está aquí. En esta rueda de prensa, en esta secretaría “coral”, en este simulacro de crisis bien contenida.
El poder no se regenera con palabras, sino con rupturas. Y de esas, hoy, no se ha anunciado ni una sola.
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