*Es la ignorancia la que ata al hombre a ella* ¡Oh, tú, buscador del Reino! Tu carta fue recibida. Has escrito sobre la grave calamidad que te ha acontecido: la muerte de tu respetado esposo. Ese honorable hombre ha estado tan sometido a las tensiones de este mundo que su mayor deseo era liberarse de él. Así es esta morada mortal: un almacén de aflicciones y sufrimiento. Es la ignorancia la que ata al hombre a ella, pues ningún alma puede obtener consuelo en este mundo, desde el monarca hasta el más humilde plebeyo. Si esta vida le ofrece a un hombre una copa dulce, cien amargas le seguirán; tal es la condición de este mundo. El hombre sabio, por lo tanto, no se apega a esta vida mortal ni depende de ella; en algunos momentos, incluso, desea con ansia la muerte para así liberarse de estas penas y aflicciones. Así se ve que algunos, bajo la extrema presión de la angustia, se han suicidado. En cuanto a tu esposo, ten la seguridad de que se sumergirá en el océano del perdón y la indulgencia, y se convertirá en el recipiente de la generosidad y el favor. Esfuérzate al máximo por brindarle a su hijo una formación bahá'í para que, cuando alcance la madurez, sea misericordioso, iluminado y celestial. Selecciones de los escritos de 'Abdu'l-Bahá