Camino a Jesucristo
Camino a Jesucristo
June 16, 2025 at 08:06 AM
*Hoy en bocadillos para el Alma* *Reconfortar el corazón en Cristo* 📖 Camino a Jesucristo – Luz en las Redes Pablo escribe a Filemón con la ternura de quien confía en el poder transformador del evangelio: «Sí, hermano, hazme este favor en el Señor; reconfórtame el corazón en Cristo» (Filemón 1:20). La petición es sencilla y, sin embargo, encierra una profundidad teológica y práctica extraordinaria. En ella coinciden tres hilos esenciales de la vida cristiana: la comunión, el servicio y la esperanza. En primer lugar, Pablo apela a la comunión que ambos comparten “en el Señor”. No se trata de un vínculo social cualquiera; es la koinonía que nace de saberse rescatados por la misma sangre (1 Corintios 6:20). Esa unidad reviste toda relación con un revestimiento santo: cuando miro al hermano, veo un hijo de Dios por el que Cristo murió. En esa dimensión, cada gesto cobra valor eterno. Por eso el ruego de Pablo no suena a transacción sino a gracia: si Filemón responde, no solo hará feliz al apóstol, sino que honrará al cuerpo de Cristo del que ambos son parte (Efesios 4:4-6). En segundo lugar, el texto subraya el servicio voluntario. La carta nunca amenaza ni manipula; Pablo podía “mandar” (v. 8), pero elige “rogar” (v. 9). Esa elección desnuda la naturaleza misma del evangelio: el amor no se impone, se ofrece. El Maestro lo dejó claro: «El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir» (Marcos 10:45). Cada vez que servimos libremente a otro, imitamos al Siervo por excelencia y demostramos que su Reino ya irrumpe en lo cotidiano—sea recibiendo a un esclavo fugado, sea abriendo nuestra casa a una hermana que sufre, o sencillamente enviando un mensaje que anime a quien está a punto de rendirse. Por último, la frase “reconfórtame el corazón en Cristo” apunta a la esperanza que sostiene al creyente. Pablo, prisionero en Roma, halla consuelo al saber que, lejos de sus cadenas, la fe produce frutos tangibles (Colosenses 1:6). Ese consuelo no es sentimentalismo: es la certeza de que, cuando actuamos movidos por el Espíritu, el Reino avanza aun detrás de los muros de una celda. Así, la historia de Filemón y Onésimo—el amo que vuelve a abrazar al esclavo como “hermano amado” (v. 16)—se convierte en miniatura profética de aquel día en que no habrá más divisiones ni dolor (Apocalipsis 21:4). Cada reconciliación que hoy celebramos anticipa la fiesta final. ¿Y nosotros? Tal vez no tengamos un Onésimo llamando a la puerta, pero el Espíritu sigue susurrando la misma invitación: “Reconforta un corazón en Cristo”. Puede ser el del familiar que perdió el empleo, la compañera de clase agobiada por la ansiedad, o el vecino que lucha contra la soledad. Un mensaje, una comida, una visita, un silencio respetuoso cargado de presencia… son favores que, al ofrecernos, levantan el ánimo de alguien y—misteriosamente—refrescan también el nuestro (Proverbios 11:25). La fe adventista nos recuerda que estos actos de compasión son señales del inminente regreso de Jesús: «El evangelio del reino se predicará en todo el mundo… y entonces vendrá el fin» (Mateo 24:14). Cada vez que elegimos amar de forma concreta, predicamos con hechos y aceleramos el gran desenlace. Así, el breve Filemón se une al gran drama cósmico: una simple decisión de hospitalidad se convierte en testimonio escatológico. Hoy, permite que la súplica de Pablo resuene en tu agenda: ¿quién necesita un beneficio “en el Señor” proveniente de tus manos? Pide discernimiento, identifica ese corazón que late cerca de ti y actúa. Verás cómo, al dar, el gozo de Cristo se multiplica en ambos extremos de la bendición. *Feliz día junto al Señor y recuerda que tú vales mucho para Dios.* *✍🏻 Manu*

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