
El Fuego Diario de la Palabra
May 25, 2025 at 04:13 PM
25 de mayo TESTIGOS, NO ABOGADOS
Escritura de Hoy "Y todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2,4).
¡Fuego Diario! : Señor, hazme valiente para hablar cada día desde mi corazón lo que Tú has hecho por mí.
Marca Mi Palabra: Hechos 2,1-32
La Biblia en un Año:
Mañana: Números 34; Salmo 78,38
Noche: Isaías 26; 1 Juan 4
TESTIGOS, NO ABOGADOS
Se ha convertido en una práctica establecida que los predicadores deben presentar el caso en defensa de Jesucristo. También se ha dicho que los predicadores son como abogados en un tribunal. Los ministros se supone que deben ser como abogados hablando a las comunidades como si fueran un jurado, argumentando para conseguir un veredicto a favor de Jesús. Ese enfoque parece tan correcto, plausible y sensato. Pero, ¿es así? No, en absoluto.
Ese es nuestro enfoque humano, tratando de transmitir el mensaje del evangelio con la sabiduría de las palabras humanas. Jesús no necesita defensa.
Ya pasó el tiempo en que Jesús fue llevado ante el tribunal de Roma para ser juzgado por Pilato. Hoy, Pilato está en el tribunal de la historia y Jesús es su Juez.
¡No somos abogados, sino testigos!
Normalmente, un testigo solo describe lo que ha visto. Sin embargo, a veces, un testigo es una pieza de evidencia: quizás un hombre ha sido cruelmente atacado y herido. Él aparece en la corte para mostrarse a sí mismo, los daños y las lesiones. Sus heridas hablan por sí mismas. Él mismo es una pieza de evidencia.
Nosotros, los creyentes, no somos abogados, suplicando en defensa de Jesús. SOMOS TESTIGOS. Los testigos no argumentan, no suplican ni hacen discursos. Simplemente hablan la verdad, testificando lo que saben.
Cuando Pedro predicó en el día de Pentecostés, dijo que los 119 que estaban con él eran todos testigos de la resurrección. De hecho, ninguno de ellos había visto la resurrección real de Cristo; sin embargo, esa resurrección los había transformado.
¡Ellos mismos estaban vivos con la vida de resurrección, llenos del fuego de Dios!
¡Eran la evidencia de que Jesús estaba vivo! Si Jesús todavía estuviera muerto, no habrían estado como la multitud los vio entonces. Habrían estado como eran antes: acobardados, deslizándose hacia la seguridad de una habitación cerrada por miedo.
Ahora, eran valientes, y era el turno de la multitud de tener miedo, de estar llenos de temor y asombro, al punto que preguntaron “¿y ahora qué debemos hacer?”.
¡Asegurate de que tenés esa evidencia de resurrección viva en vos hoy!
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