Hoy los vi caminar delante de mí. Mi padre. Mi madre. Ya mayores. Más despacio. Cada vez se van apagando un poco… y se nota el cansancio diario. Pero siguen siendo los que abrieron el camino. Llegaron del pueblo, de Extremadura, a la ciudad con poco… y aun así, nos lo dieron TODO. A mi hermana y a mí nunca nos faltó amor, educación, comida, valores, caprichos y ejemplo. Ni una sola vez. Noches sin dormir, sacrificios que nunca contaron, abrazos sin pedirlos, y esa forma de estar… incluso cuando nadie los veía. Gracias, papá. Gracias, mamá. Por tanto cariño, por tanto amor… y por estar. Siempre. A veces se nos olvida lo afortunados que somos. Si los tienes cerca, aprovéchalo. Abrázalos. Escúchalos. Diles gracias. Diles que los quieres. Vive cada segundo con ellos. Arrepiéntete en vida para poder solucionarlo. No llores después, cuando ya no estén. Porque, por ley de vida… se irán antes. Hoy hemos pasado una tarde viendo fotos: abuelos, amigos, niñez… jaja. Nostalgia bonita. Incluso mi padre se enfadó porque no le dejamos echarse la siesta… jajaja. Pero estas tardes de salón alimentan el alma, la vida… y los momentos de verdad. Gracias, papá y mamá, por todo. Ahora y siempre. No he podido tener más suerte que nacer en esta familia llena de generosidad, amabilidad, risas y apoyo… incluso cuando la cagabas. Me habéis enseñado a luchar, a crecer, y a amar a los demás sin esperar nada a cambio. Ahora entiendo por qué me apasiona el crecimiento personal: lo aprendí de vosotros. Gracias por darme el propósito más bonito del ser humano: ayudar y valorar a cada persona por igual. Nunca te olvides de quién eres y de dónde vienes.