El reflejo del daño En una aldea remota de la India, vivía un sabio anciano que rara vez hablaba, pero cuando lo hacía, sus palabras resonaban como el eco en las montañas. Un día, un joven airado vino a él y le dijo: —Maestro, mi enemigo me ha insultado. ¿Cómo puedo devolverle el daño? El anciano lo miró con serenidad y señaló un estanque cercano. —Lanza una piedra al agua —le pidió. El joven lo hizo, y el agua se agitó en ondas que se alejaban del centro. Luego, el sabio le dijo: —Ahora, mira tu reflejo. El joven se inclinó, pero no vio más que agua turbia. El sabio asintió. —Cuando dañas a otro, alteras la calma de tu propio corazón. No puedes ver con claridad, no puedes estar en paz. Al herir, te hieres. A quienquiera que dañes, te dañas a ti mismo. El joven guardó silencio. Por primera vez, comprendió que el dolor que deseaba infligir no era más que un espejo del que ya cargaba dentro de sí.